Un fenómeno que comienza a preocupar, y que es agravado por las decisiones actuales del gobierno, es la ola de migrantes que, de diferentes latitudes, buscan amparo en nuestro territorio. En primer lugar, nuestros hermanos venezolanos, que son acogidos con la calidez humanitaria del colombiano, no son bien vistos por algunos gobernantes de orden regional o local.
De otra parte, hace algún tiempo se descubrió en el Eje Cafetero una colonia enorme de coreanos y otra de chinos que llegaron, como casi todos los inmigrantes, de manera ilegal. Además, hace una o dos semanas arribó al país, por frontera ecuatoriana si no me equivoco, una colonia de unos 40.000 haitianos. Por último, de forma accesoria, veinte países, entre los que se encuentra Colombia, han firmado una carta con la intención de acordar la acogida de ciudadanos afganos. Sin duda, como se dice popularmente, “el palo no está para hacer cucharas”.
Cabe considerar que, aun cuando los colombianos no sufrimos de xenofobia, de esta situación se derivan muchas consecuencias que cambiarán el panorama. Sin duda, la pluralidad e inclusión son factores de enriquecimiento cultural. No obstante se corre el riesgo de repetir la experiencia de los canadienses cuando acogieron libaneses que no se adaptaban fácilmente a la altruista oferta del gobierno.
De otra parte, es muy sospechoso que encontrándose Haití en el Caribe, la colonia haya aparecido por los lados de Ecuador; pareciera que tuvieran interés en engancharse en un mercado laboral no lícito, lo cual acarrearía secuelas nefastas para nuestra economía. Asimismo, es pertinente agregar que la economía colombiana, menguada por la inercia provocada por la pandemia y el saqueo permanente (70.000 millones de veces), no está como para dejar de atender los asuntos internos. En ese sentido, encontraremos muchos elementos más para tener una radiografía de lo que nos espera.
Dentro de este marco, es inocultable la torpeza en la toma de decisiones respecto del fenómeno descrito. No es posible resolver los problemas del vecino cercano ni del lejano si no resuelves los propios de tu casa. Tampoco tiene presentación que se vaya a destinar recursos para asuntos extranjeros si no se ha resuelto ni la nutrición de la infancia en el país. Dicho de otro modo, es innegable que hay más interés en proyectar una imagen de eficiencia y solidaridad en el plano internacional para congraciarse con otros gobiernos que en resolver de manera efectiva los problemas internos.