Ojo: El NO en el Plebiscito sí puede ganar

Ojo: El NO en el Plebiscito sí puede ganar

"Nunca, durante todo el proceso de paz, había sido tan contundente esta posibilidad"

Por: Sergio Alejandro Henao Ramírez
agosto 08, 2016
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Ojo: El NO en el Plebiscito sí puede ganar

Es alarmante la noticia. Los resultados de la encuesta realizada por Ipsos Napoleón Franco muestra que la mayoría de personas consultadas se inclinan  por el no. A veces uno quisiera no creer en las encuestas. Cuando mostraban a Luis Pérez como ganador, se me hacía imposible de creer en esos resultados, pensaba que se trataba de una treta clásica de manipulación de las tendencias, pero las elecciones mostraron que tenían la razón. Ganó el que yo pensaba que era imposible que la gente le creyera. No bastaron las evidencias, los antecedentes, las denuncias, las mentiras que eran destapadas por el más despistado sentido común.

Nunca, durante todo el proceso de paz, había sido tan contundente esta posibilidad: el NO puede ganar. Obvio, dirán, porque para eso se tiran los dados en la democracia, para lo uno o para lo otro. Aunque, estaría tranquilo si las razones de ese NO, al sopesarlas, fueran suficientes como para convencerme de la inviabilidad de los acuerdos.

He puesto en una balanza las ventajas y desventajas. Y solo unos pocos elementos que justifican el No desde sus promotores, hace que la balanza se incline hacia su opuesto. Con ponderar únicamente el fundamento de algunas de las razones que sostienen, se puede dimensionar la gravedad del asunto. Por ejemplo, hay un NO promovido por la desinformación cuando, apelando a lo emocional, se dice que las FARC pusieron el famoso collar bomba, lo que fue desmentido por la misma justicia.

Se dan razones desde el desconocimiento de la historia, pues ningún acuerdo de paz en el mundo ha sido para que las guerrillas se sometan y vayan a la cárcel. De otra parte, se pierde de vista el carácter de una “negociación” en la cual, para el caso de los actuales acuerdos, quienes más han cedido son las FARC.  Y hay mentiras que han calado en el imaginario nacional, como aquello de que los guerrilleros desmovilizados saldrán a ganar $ 1.800.000 pesos, pues eso no está en ninguna parte de los acuerdos.

Y con cierta ingenuidad se sostiene el exabrupto de que Santos es Castrochavista, y con esto se ha querido convencer a muchos de que Colombia va ser una nueva Venezuela al entregar la democracia a la FARC, golpe de Estado, dicen algunos. La venta de ISAGEN bastaría para demostrar lo absurdo del planteamiento.

No se pueden ignorar los resultados, y decir simplemente que las encuestas mienten porque a mí no me preguntaron. Y habría que preguntarse qué está fallando con los promotores del SÍ. La lectura que hago del estado de cosas es que el gobierno trata de ganar el plebiscito con las mismas mañas con las que el partido de la U gana elecciones en todos lados. Nombrar a Gaviria, el mismo que aceito la maquinaria cuando se vieron vencidos frente al Uribismo en la primera vuelta, es el primer síntoma de las salidas en falso de Santos.  Pues la torta burocrática ya está repartida, y es muy poco lo que pueden mover con las acostumbradas promesas. Sobre todo cuando los recursos se comienzan a concentrar en los grupúsculos políticos de siempre.

Por más “mermelada” que pueda mover los mercanchifles electorales de la U, lo que hoy está en juego es más que una curul. Y eso no lo entiende la simpática clase política que está buscando hacer carrera electoral con la paz y tratando de acaparar la mayor cantidad posible de recursos del postconflicto. Por otro lado,  mucha gente identifica peligrosamente el proceso de paz con Santos, y así podría suceder a niveles regional y municipal, que terminen identificando el proceso de paz con la cuestionada imagen de los políticos de turno. Así, la deteriorada imagen del presidente y sus allegados, ha impactado de forma desastrosa los acuerdos. La manera en que el gobierno manejó el paro camionero, y cómo fue usado el argumento de que únicamente se negocia con guerrilleros y no con camioneros, es solo una muestra de lo efectiva que puede llegar las estrategias de los promotores del NO.

Los recursos concentrados en esa clase política que administra presupuestos como el de la guajira,  y que reparte y compra elecciones al precio que sea en todo el país; una campaña protagonizada desde el oficialismo, precisamente por quienes menos credibilidad y autoridad moral tienen para representar las aspiraciones populares, puede hundir el SÍ. Se verá que para cualquier torcido o improvisación comenzarán a usar la palabra “Paz” con tal que se pueda ajustar en los estudios previos de los contratos. Un ejemplo es famoso laboratorio de paz en Girardota, Antioquia, que carece de fundamento y claridad, y que atiende más a un capricho del Alcalde que a la realidad social del municipio, y que seguramente acaparará recursos para ponerlos al servicio de los amigos del partido.  La paz, así presentada, es más artículo de ornamentación que la real expresión de  la esperanza del país.

Los acuerdos van más allá del gobierno de Santos, y si decido apoyar un SÍ es porque en el debate encuentro más razones de peso en quienes lo defienden  y argumentan a favor de él, que en quienes desde los motivos señalados anteriormente, quieren emocionarme con un NO.

Advierto que la única posibilidad para el SI se encuentra en los movimientos sociales, aquellos mismos que fueron determinantes para llevar a Santos a la presidencia, cuando no quedaba otra opción ante la avanzada del guerrerismo de las élites que han mantenido este país sumido en sangre, pobreza y dolor. Y hoy no son solamente  los que votaron por Zuluaga, sino que habría que hablar de ese otro país que lee la realidad del conflicto nacional desde el cómodo sillón de su finca, su yate o su cómodo apartamento en los pacíficos edificios de las ciudades. No es gratuito que, precisamente en los sectores más ostentosos de Medellín, sea donde más se ven camionetas con carteles publicitando el NO.

En este contexto es improbable que se pueda llegar a un escenario de no polarización. Los partidos tradicionales han enseñado, durante años, que la política no es una cuestión de ideas, ni de principios. Pretender que el grueso de la población se mueva por las ideas, es una tarea que solo los movimientos sociales han sabido hacer. De resto todo ha sido comprado. Por eso la tarea es mayor, porque si no hay a la vista beneficios inmediatos por los cuales votar (tamales, fiestas, puestos, regalitos), difícilmente los patinadores de votos conseguirán adeptos sin al menos tener 50 mil pesitos que ofrecer.

El plebiscito plantea un reto grande para los movimientos sociales, quienes han sabido mantenerse al margen de politiquería y el clientelismo.  Son un amplio sector de la sociedad, que mantienen una opinión informada y una postura congruente con las necesidades de los sectores más desprotegidos y diezmados por la guerra. Y ese sector no basta para ganar el SÍ, máxime cuando los recursos económicos son escasos. Mejor dicho, el SÍ se salva es por lo que podamos hacer quienes leamos la realidad al margen de la desinformación, el miedo y la ingenuidad. Y en ese sentido es necesario debatir, confrontar ideas, informar, derrumbar imaginarios en favor de una opinión y una decisión argumentada. Y el reto es doble para los movimientos sociales cuando, además de lidiar con los peregrinos argumentos del No, toca enfrentar también un SÍ promovido con las viejas tácticas de la politiquería, que restan más credibilidad de la que aportan.

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