¡Ojo con el 2023!

¡Ojo con el 2023!

Llegó el momento de hacer promesas para el año que inicia, ¿seguiremos incumpliéndolas como solemos hacerlo?

Por: César Curvelo
diciembre 16, 2022
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¡Ojo con el 2023!
Foto: Pixabay

Por llegar está el año nuevo y todas y todos metidos en una de las cosas que más nos gusta, así algunos criticones proclamen, vociferen y chillen a voz en cuello que la odian.

Metidos a la política.

Y, para ser más realistas, más bien a la politiquería individualista. O sea, a las falsas promesas personales de fin de año.

Es así que juramos y rejuramos cambiar nuestro comportamiento en esto o aquello a sabiendas que la mayoría serán promesas de cumbiambera, vacías palabras que se llevará el viento, condenadas semillas en el árido desierto, vanos surcos de arado en el mar a lo Simón Bolívar.

Veamos los juramentos más comunes.

Dejar de fumar de los propios “chimeneas” (no hay metro cuadrado de acera de Bogotá y cualquier otra ciudad que no esté sucia con al menos una repisada coletilla de cigarrillo). Tomar menos marejadas de café (sí, sabemos lo del estrés, las correntillas, preocupaciones a granel, las goteras de la casa, las enculebradas financieras que pudimos evitar, nuevas cargas de trabajo o búsqueda de empleo de aquí para allá y de allá para acá, etc., pero hay que saber decir no cuando ofrecen el tintico). Rechazar las invitaciones a parrandas que ya sabemos y que terminan en borracheras tremendas, algunas en delirium tremens (¿estarán oyendo Álex Flórez y Benedetti? Habrá que decirles a lo Karl Marx: ¡Borrachonas y borrachines del mundo, preveníos de la cirrosis, intoxicaciones y otras dañinas consecuencias! ¡Ya dejen de libar whisky como esponjas!).

Agreguémosle a estos:

Hacer dieta y evitar la comida chatarra de los pasaditos de kilo (como que no supieran que engordan mucho porque comen mucho). Ejercitarse (debería ser fácil de cumplir: haz unos 30 minutos diarios y bien que te sentirás). Ahorrar (como diría Atlas: esto sí que va estar cuesta arriba por aquello de la inflación, la devaluación, la recesión, la estanflación, la crisis, etc.). Leer más libros (creo que puedes hacerlo participando en una innovadora propuesta de calimán, cambio de libros entre vecinos de las manzanas, aunque también puede ser entre compañeros de una entidad o empresa). Usar menos el celular (causa perdida para los muchos adictos internéticos). Practicar yoga, meditación o algo por el estilo (ojalá puedas lograrlo un poco). No envidiar los el carro último modelo de un patrón, vecino o familiar (ya tendrás tu modelo 2023 o al menos un pichirilo). Quejarse menos (para dejar de ser refunfuñón podría servirte la lectura y el yoga). Cumplir con los propósitos de año nuevo (creo que sería lo primero que deberías jurarle a Dios o a lo que tú más quieras, porque sin este todas las demás promisiones irán a dar al tarro de la basura).

Ahora pasemos a las costumbres de los supersticiosos, que no son pocos.

Comerse 12 uvas (serán uvas porque es difícil comerse doce piñas, o mangos, o melones, o papayas, o bananas, o aguacates). Darle la vuelta a la manzana con una maleta dizque para gozar la dicha de viajar (claro, es posible que te contraten y te manden en un largo itinerario a paisajes bucólicos, a una lejana zona roja a encuestar cocaleros). Cargar lentejas u otros granos en los bolsillos (con la comida no se juega, decía mi abuela). Vestirse de ropa amarilla incluso en interiores (me imagino que esto va con los del Polo Democrático Alternativo y los hinchas a muerte de la gloriosa Selección Colombia). Poner espigas de trigo en un florero (desde la antigua Grecia, esto se toma como signo de futura abundancia, fertilidad y emprendimiento). Colocar en un vaso trasparente lleno de agua con un huevo (mandan huevo).

Yendo a la cruda realidad, crucemos dedos y recemos para que en el 2023 no haya desastres naturales, ni tragedias sociales, ni atracos al erario, ni derrotas en los partidos de nuestro onceno tricolor por la clasificación al Mucdial (cambio la N por C porque se realizará en México, USA y Canadá, sigla MUC). Y que nos vaya bien con lo de la paz total.

Igual se irá gente y emergerá otra. Cada minuto el mundo nacen 250 bebés y por el otro lado unos 100 se nos adelantan. Quiero decir, van al cielo, elíseo, paraíso o como se le quiera llamar a la posible otra dimensión. Este año han partido algunos famosos desde nuestro terruño neogranadino: Freddy Rincón, Darío Gómez, Dora Cadavid, Edgardo Román, Jorge “El Topolino” Zuluaga, Marcelino “Mandíbula” Rodríguez, Fabio Restrepo, Jaime Barbini, Toto Vega y Sebastián Boscán, entre otras y otros.

Pero dejemos esto de lo “triptongo” y tengamos felices reuniones en familia, tranquilos, con los brindis y comelona del caso, sin pólvora, sin demostraciones ostentosas, sin lágrimas ni melancolía. Y felices reencuentros con viejas amistades. Y felices viendo niños con sus nuevos juguetes.

Cantemos como Batman en su identidad secreta de Bruno Díaz:

“¡Año nuevo, vida nueva, más alegres los Díaz serán!... ¡con salud y con prosperidad…”.

Que sea feliz el Hombre Murciélago con Batiniña y Gatúbela. Que lo sea también con su amigo Robin, que no tenga mayores enfrentamientos con los delincuentes de Ciudad Gótica. Que sean mansas palomas La Hiedra Venenosa, El Guasón, El Espantapájaros, El Pingüino, El Acertijo, El Relojero, El Bibliófilo, El Sombrerero Loco, El Profesor Cerdo, Polilla Asesina y El Pimentero, entre toda una mazacote de criminales que han desfilado derrotados en este cómic.

Y que también sean bienaventurados los Petro, Uribe, Bolívar, Cabal, Barreras, Valencia, Márquez, Holguín, Fajardo, Robledo, Hernández, Gutiérrez, Bonilla, Orozco, Pastrana, Arcila, Benítez, Gallo, Arias, López, Álvarez, Gardeazábal, Castellanos, Ospina, Lagares, Solano, Mojica…, los Curvelo (casi se me pasan), entre otras y otros con millones de apellidos alrededor del mundo, desde la Patagonia a la Cochinchina; Xi, Biden, Putin, Lula, Macron, etc., etc., etc.

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