El cinismo de las Farc no tiene límites, ahora pasan de victimarios a víctimas. Eso quedó claro en los últimos días cuando Timochenko suspendió su campaña presidencial por todo el país argumentando "falta de garantías" por los abucheos, acompañados de huevos y tomates, que recibió en Armenia, Cali y Yumbo.
La democracia es dura para el que está acostumbrado a imponer el terror y la violencia. Él hoy se victimiza por las justas protestas que ha recibido, pero ¿será que ya olvidó cuando las Farc amenazaban y atentaban contra candidatos y saboteaban elecciones? Nunca se suspendieron las elecciones y ni un candidato dejó que el temor estuviera por encima del espíritu democrático, así que ellos no vengan ahora a victimizarse.
¿Qué esperaban las Farc? ¿Qué serían recibidas en las calles de Colombia con aplausos y vítores? Están muy equivocados, y más si no pagaron por sus crímenes y ni siquiera pasaron por la justicia que ellos mismos diseñaron, la JEP. Su deuda con la sociedad es muy grande, son más de 50 años de violencia.
Por su parte, Juan Manuel Santos dice que hay que respetar a las Farc y ser tolerantes. Lo dice la persona que dividió al país entre amigos y enemigos de la paz y que no respetó el resultado del plebiscito e impuso un pacto que fue negado en las urnas.
Precisamente ese es el gran problema: la “paz” que firmaron Juan Manuel Santos y Timochenko no representa a la gran mayoría de los colombianos. Que no esperen una respuesta diferente de la ciudadanía indignada.
La arrogancia y la sed de poder de las Farc hacen que hoy sientan que los colombianos deben rendirles culto y agradecerles por no seguir matándonos. Nada más alejado de la realidad.
¿Acaso ya repararon a sus víctimas? No, por el contrario, siguen burlándose de ellas. La lista de bienes para reparar es un insulto: platos, pocillos, traperos y escobas.
La “paz” que firmaron Juan Manuel Santos y Timochenko
no representa a la gran mayoría de los colombianos.
Que no esperen una respuesta diferente de la ciudadanía indignada
Timochenko, la democracia es muy diferente a lo que usted está acostumbrado. Aquí no se castiga amarrando a árboles, haciendo consejos de guerra ni mucho menos fusilando al que piensa distinto. No señor, en democracia el derecho a la protesta está garantizado. Tranquilo, de un par de huevos y tomates no va a pasar. A usted hoy lo cuida el Estado, anda con escoltas y en vehículos blindados. Ojalá los habitantes de las poblaciones que ustedes atacaron hubieran tenido, al menos, el 10 % de la protección de la que ustedes disfrutan hoy.
El Estado debe garantizarle la seguridad a Timochenko y a todos sus “compinches”, para que puedan responder por sus crímenes ante la Corte Penal Internacional, porque algo que tenemos claro los colombianos es que los delitos de lesa humanidad de ninguna manera pueden quedar impunes.
Los colombianos nos encargaremos de que no tengan tranquilidad. Les recordaremos en cada espacio, y de manera democrática, el rechazo que merecen. A donde quiera que vayan y en donde quiera que estén, ahí siempre habrá ciudadanos justamente indignados que se encargarán de recordar, a través de la sanción social, los horrores que hicieron pasar a Colombia. La paz y la tranquilidad para las Farc no son una opción. Porque simplemente no la merecen.
Abucheos y agresiones en su gira por el suroccidente motivaron que Timochenko suspendiera su campaña electoral por “falta de garantías”