Me gustaba ver las carreras por Señal Colombia. Los narradores nunca fueron los mejores pero era hermoso que el único patrocinio que tuvieran fuera la sobria propaganda de Pinturas Tito Pabón. Lamentablemente la Nariomanía hizo que Caracol moviera sus fichas para monopolizar la transmisión colombiana del Tour de Francia. Los espectadores estábamos ilusionados, nos parecía muy buena idea que se juntaran Ruben Darío Arcila, a Goga y a Santiago Botero para narrarnos la hazaña que se apresta a cumplir Nairo en Europa. Nuestra fe se basaba en una quimera: Caracol ha vuelto a abrazar su incombustible mediocridad.
No basta con tener un buen equipo si detrás no hay una dirección efectiva. Es intolerable que entre los tres narradores se rapen la palabra y que nadie pueda engranarlos. Se les nota de lejos la premura, el afán, la improvisación. De los tres está claro, con todo el respeto que me merece Botero, Campeón mundial Contrarreloj en el 2002, cuarto en el Tour del mismo año, campeón de la montaña en el 2001 y ganador de la Vuelta de Romandía, pero la que más sabe de ciclismo y la que es más rico de escuchar es Georgina Ruiz Sandoval. Pero provoca demandar a la cadena por falsa publicidad; no puede ser que la mexicana sólo esté en la hora final de la transmisión. Queremos a Goga todo el tiempo enseñándonos, manteniéndonos lejos de Ricardo Orrego, el almibarado, tierno e ignorante reporterito con suerte de Caracol.
La ausencia de Goga y el zafarrancho que se arma entre los tres narradores no son los únicos lunares de la transmisión: cada veinte segundos interrumpen la vuelta para mostrar, en sus recuadritos, las propagandas con las que el canal pretende exprimir al máximo la labor de nuestro compatriota en Francia. No conforme con eso nos someten, cada cuatro minutos, a un carrusel de comerciales en donde aprovechan para anunciar una nueva versión del cada vez más insoportable Desafío y recordarnos, además, que los Juegos Olímpicos, lamentablemente, serán transmitidos por ellos.
La gente, por supuesto, está indignada y añora la mesura de Señal. A los aficionados no nos queda de otra que aguantarnos a Mario Sábato, el argentino ese hiper revolucionado de ESPN o, bajarle el volumen al televisor, poner música y llorar con los pedalazos de Nairo.
Ojalá que la sal que acompaña a Caracol en cada uno de los eventos que cubre no se interponga en el camino de Nairo. En la etapa de hoy han quedado, prácticamente sin opciones, Alberto Contador y Richie Porte, dos de sus más enconados rivales. Sin caídas, pinchazos o gripas inoportunas seguramente nuestro Nairo llegará a los campos Eliseos vestido de amarillo.