Cada día los medios aprovechan este fenómeno para lanzar información falsa, seguros de la incapacidad de la gente para verificarla.
Son muchísimos los orígenes de este fenómeno tan aprovechado por unos y tan letal para la mayoría. El bombardeo de las redes sociales, constante, inagotable, abrumador y adictivo asemeja la siembra de las semillas pero con resultados opuestos.
No hay tiempo libre para verificar la información porque esta no se detiene ni por un instante, no hay recreo en esta agenda.
Los ejemplos de falsedad en los medios son igualmente inagotables y para la muestra un botón reciente, la afirmación de que el Presidente Petro es amigo de Hamas porque rompe relaciones con el estado de Israel.
Se necesita total ignorancia del tema o un fanatismo enfermizo para hacer tal aseveración pues confundir Palestina con Hamas es cómo decir que Colombia es Uribe. El grupo terrorista Hamas es repudiado a nivel mundial por haber masacrado 1700 personas en Israel y, durante el mismo lapso de tiempo, el presidente de Israel y sus militares han masacrado 40,000 ciudadanos palestinos en Gaza, territorio que históricamente no estamos seguros de a quienes debe pertenecer.
Sorprende que el pueblo judío, tanto en Israel como en el resto del mundo, tan acostumbrados a ser perseguidos y asesinados a lo largo de la historia, no haya puesto punto final a la situación para evitar que el antisemitismo continúe aumentando. Una cosa es el derecho a defenderse y otra el atroz magnicidio cometido ante los ojos de un mundo cómplice no solo por proveer de fondos y armamento a Israel sino también por su silencio.
Silencio cómplice también con lo sucedido en Ucrania, Yemen, Ruanda, Haití, Afganistán, Vietnam, Colombia, Argentina, Chile y tantos otros países del mundo a lo largo de la historia.
Vemos en Colombia una reacción de absoluta estupefacción con la medida del gobierno, clara y detalladamente explicada por el canciller Murillo más no escuchada por la mayoría. Es más fácil hacer coro a las falacias de otros, no requieren pausa, atención, reflexión y así se alimenta la desinformación y el consecuente fanatismo.
¿Qué le sucede a la humanidad que ya no tiene tiempo, ni interés aparente, por aprender, respetar, conciliar, construir y disfrutar?
Cuando hablemos del cambio climático recordemos que el fanatismo es fiebre cerebral.