La educación en Colombia, especialmente la pública, está colapsada. Recién se conoció una dramática información al respecto: los profesores se rajaron en las pruebas por competencias... y creo que es una noticia reiterada desde hace varios años.
Lo curioso es la posición del gobierno, señalando al magisterio como responsables del evento. Algo así como el padre que se enoja porque el hijo no sabe de mecánica. Justo es el Estado el que debe aportar las herramientas al docente para que desarrolle su labor. Cuando un funcionario ingresa a una empresa, esta se encarga de las debidas capacitaciones para que cumpla a cabalidad con lo que se requiere.
Ahora bien, para nadie es secreto que la educación pública en Colombia está en la mira de los privatizantes y su hambre desmedida de tenencia. A la educación le están aplicando sistemáticamente lo que se hizo en el pasado con la salud del Seguro Social: volverla trizas, tanto administrativa como productivamente, para finalmente legarla al campo privado, donde entonces sí funciona, aunque los males sigan.
En este plano, tenemos la actitud del señor Alex Char. Desde que se hizo a la alcaldía de Barranquilla, y dicen que también la gobernación, los concejales y demás entes administrativos gubernamentales, tanto en el departamento como en otros de la costa, parecen haber entablado una endiablada persecución contra la docencia pública, que solo falta que le nombren propietario del magisterio para aplicar lo que denuncian que hace en sus empresas: poco salario, horas laborales extenuantes, sometimiento y coacción si no se hace lo que dice; fuera empleo, eres enemigo.
Para ello tendría de secretaria de Educación a una fiera que no disimula en cuanto a reaccionaria administrativa se trata. Desde la llegada de estos dos elementos, la docencia distrital se habría visto abocada a amenazas de sanciones, despidos y empapelamientos de la hoja de vida. Los que más sufrirían la vaina son los docentes que aspiran al ascenso al escalafón docente, amparados en la ley 2277 de 1979.
Según señalan algunos, si lo hacen mediante uno de los mecanismos legales, esto es un libro, este no pasa así lo haya escrito Gabriel García Márquez. Hasta de un error ortográfico se agarran para torpedear las aspiraciones del docente. Y aunque se supone que la Secretaría de Educación está diseñada para capacitar, corregir, colaborar en el evento y que el libro se ajuste a las necesidades o a las leyes académicas, eso no pasa.
De hecho, el cierre es tajante. Uno de los argumentos que esgrimen es el plagio, aunque el libro venga avalado por el Ministerio del Interior en cuanto a originalidad, allí está la pared inamovible. Sospechosamente, le sugieren al docente una especialización de seis meses en determinada entidad. ¿Si la hace en otra no sirve?
Entonces, vemos que el mal de la educación viene desde arriba, desde los que después bajan con el dedo señalando culpables. Definitivamente, este país está jodido por donde se le mire. Y pensar que Char aspira llegar a presidente... Aquí sí que termina de joderse la educación pública nacional.
