Últimamente la opinión pública se encuentra en una situación atípica para mí concepto. Si bien, los casos de corrupción son pan de cada día y, noticia casi fantasmal para los medios masivos de comunicación. Al día de hoy y a comienzos de año, sale a luz uno de esos casos absurdos donde la clase política y lo magnates multimillonarios de nuestro país se reúnen para presentar un acto de corrupción de inadmisibles proporciones.
Pero de esto ya se ha dicho mucho, y yo no pretendo hacer un análisis univoco que no analiza el problema de fondo, del llamado, pero poco discutido: Fantasma de la corrupción. Un germen institucional que a pesar de ser un síntoma nacional, sigue siendo un dilema para la opinión pública que se enfurece por estos escándalos de divulgación nacional, pero sigue soslayando la mermelada de donde se alimentan día tras día varias de las figuras próceres de la “justicia” y poderosos consorcios, curiosamente muchos de estos, financiadores de campañas políticas de cargos políticos muy renombrados.
Poco se ha dicho sobre esto, pero los casos de corrupción sobre licitaciones públicas son una constante día a día en nuestra sociedad colombiana. Lo preocupante de todo esto, es que solo en casos como: Saludcoop, Interbolsa, el Carrusel de la Contratación, Agro Ingreso seguro y Reficar, y en este caso Odebrecht la opinión pública se hace sentir, ocasionalmente vía redes sociales, reprochando ineficazmente el hacer de sus elegidos. Basta con decir que en la Contraloría General de la Republica se presenta minuto a minuto un millar de denuncias, en donde la corrupción es el delito más nombrado.
Lo que hay que dejar claro, es que en Colombia ya no estamos hablando de casos particulares de corrupción, sino de una práctica cultural que entiende la corrupción como una salida sutil para robarse más de 70 billones de pesos anuales a los colombianos.
El fantasma de la corrupción tiene una solución evidente, y es la de desnudarlo inmediatamente con participación ciudadana decisiva y autentica. La corrupción se supera quitando los núcleos de poder que han perdurado eternamente en el gobierno, por otro lado es imperativo liberar el voto para así construir una prensa independiente del poder político y del poder económico, y de ahí un proceso constituyente en los territorios que los democratice.