Si lo que viene en las próximas semanas contiene más dosis de lo que ha ocurrido en esta que acaba de concluir, habrá recomposición de gabinete muy pronto.
Con ello quiero decir que no imagino a José Antonio Ocampo, Cecilia López y Alejandro Gaviria tomando parte de futuros consejos de ministros teniendo que apoyar una reforma a la salud que no conocen ni ellos ni la sociedad. O compartiendo la afirmación presidencial y de la ministra (“el sistema de salud es uno de los peores del mundo”), antesala de la presentación, que aún no ocurre, de la reforma.
Y no solo se trata del tema de la salud. Deben estar muy aburridos los tres con lo que ocurre en el ámbito de la cartera de minas y energía. ¿Vale la pena, deben preguntarse, validar cómo triunfa todo tipo de inconsistencias en la gestión del Ministerio de Minas y Energía y cómo se esfuma parte del talento humano conocedor del sector? Si, como dice la viceministra saliente de energía, Belizza Ruiz, el informe que sustenta la duración de las reservas de hidrocarburos carece del mínimo rigor técnico, presentado por la ministra Vélez como idóneo, imagino que los tres ministros aludidos deben hacerse preguntas existenciales serias. ¿Validarán con su silencio los exabruptos?
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¿Validarán con su silencio los exabruptos?
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Saben que la transición energética no es un postulado original gobierno actual. Es una consigna de alcance planetario de cara al acelerado cambio climático. Los famosos ODS de las Naciones Unidas, específicamente el séptimo reza: “Garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos”. Es claro que el país debe comprometerse con el cambio de la actual matriz energética, aunque hechos de la geopolitica como la guerra en Ucrania, han implicado alta demanda de petróleo, carbón y gas, que ha incidido en el retraso en la modificación de dicha matriz en todo el mundo. La transición justa en Colombia no puede basarse en decisiones amparadas en estudios pobres.
Deben tener piquiña con la decisión del presidente de asumir el control del mercado de servicios públicos y por ahí, de primera, la regulación de las tarifas de energía. Los tres saben que que los organismos reguladores deben ser independientes.
Por su experiencia de muchos años habrán estado centenares de veces en la discusión de los famosos Conpes y conocen al dedillo los procesos que conducen a la formulación, la discusión, aprobación y ejecución de las políticas públicas; conocen de presupuesto y apropiaciones. Saben que los ministros, en su conjunto, tienen responsabilidad en el rumbo de un gobierno porque están presentes en las instancias en las que se discute la política pública.
Deben hacerse preguntas como, por ejemplo: ¿Dónde está el presupuesto detallado del Ministerio de la Igualdad? ¿Qué programas sociales sustituirán el de Ingreso Solidario, que durante varios años llevó recursos a mas de tres millones de hogares colombianos, mes a mes, y que en enerodel 2023, por primera vez, no llegó?
Hay más: el cuento de sacar a la calle a la gente en apoyo a las reformas, particularmente la de salud, sin que se conozca su texto ¿se supone que servirá para ayudar a “convencer” a ministros y congresistas?
Ninguno de los tres ha buscado puesto en el actual gobierno. Ladran echados. Ocampo, que algunos apodan el “adulto responsable” del gabinete, ha sido ministro de Hacienda y director de Planeación Nacional, director de la CEPAL, el brazo de las Naciones Unidas en la América Latina, profesor de universidades de primer nivel, entre muchos hitos de su trayectoria. Cecilia López ministra y directora del DNP en los 90, excelente senadora. Gaviria, ministro de Salud durante seis años en el período Santos, también subdirector del DNP a comienzos de siglo. Los tres, liberales de corazón, son lo más parecido a ministros socialdemócratas. ¿Qué mejor para un gobierno del cambio?
Todo apunta a que el gobierno nacional los dejará ir. Trágico para el gobierno y el país que ello suceda.