"Nunca me sentí como un héroe cuando estuve en el Ejército"

"Nunca me sentí como un héroe cuando estuve en el Ejército"

Este es el relato de un exmilitante cucuteño que refleja sus descontento mientras estuvo peleando en el monte

Por: JONY WALDIR CIFUENTES CUBILLOS
septiembre 28, 2016
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

“Sube, sube, guerrillero, que en la cima yo te espero.

Con granadas y morteros, uno a uno mataremos, Y

Su sangre beberemos y  sus ojos comeremos”.

¡Sorprendente!, ¿Verdad? Este es el coro que nos hacían cantar en el Ejército, a miles de soldados que combatimos a las guerrillas, que durante muchos años han azotado nuestro país.

Este coro lleno de crueldad y resentimiento, fue, y es utilizado para lavar el cerebro de miles de soldados, como  “vitamina de valor”, para combatir y destruir al enemigo.

Hoy después de tantos años, de haber combatido a las FARC-EP y a otros grupos subversivos, miro el pasado, recuerdo con tristeza la muerte de tantos compañeros, por minas, por emboscadas, por combates, por tomas de pueblos, de caseríos o campamentos nuestros, donde nos cercaron  y masacraron a tantos compañeros jóvenes y llenos de vida, en el ejercicio de su “funciones de patria”.

Como exmilitante, me tomé el atrevimiento de hacer una reflexión para todos. Durante mucho tiempo nos han adjudicado un apelativo hasta simpático, que: “todos los que hemos sido soldados y los que aún prestan este servicio combatiendo a estos enemigos de la sociedad, se les llama HÉROES”. ¡Héroes! porque matamos la escoria de la sociedad. Durante muchos años el combatiente, lo ha aprendido y hasta creído, más no deja ser un invento más de la sociedad y los medios que libran la responsabilidad de un estado, en la espalda de todos los combatientes que lidian el monstro infame de la guerra.

No obstante, desde la escuela de las Américas, que fue el campo de entrenamiento más peligroso, y sanguinario de América Latina, para soldados que combatían a las guerrillas; allí se preparaban los futuros asesinos y verdugos de “comunistas”, sin importar si eran  combatientes o civiles, que militaban en cualquier grupo comunista. Este campo de entrenamiento en Latinoamérica, fue ideado por EEUU, con una estrategia bastante comercial, pues se acompañaba del reflejo de los nuevos héroes creados por HOLLYWOOD,  de héroes como (Rambo, Soldado Americano, Comando) y otras películas, que avivaban la adrenalina de jóvenes, que como yo, nos volcábamos a parecernos a estos personajes modernos y ficticios.  Así es como nace esta clase de héroes, que por nuestra ignorancia, fuimos aprovechados, unos para enfilar el Ejército de nuestro país y otros para los grupos guerrilleros que nacían en ese momento, inocentes hombres usados como marionetas hilados por las ideologías y el poder en manos de unos pocos.

A países les tocó inventarse el cuento de llamar héroes, a todos los que morían en combates y vender a la sociedad esta idea desatinada;  "los héroes" todos aquellos hombres, que daban su vida por cuidar los intereses mezquinos de unos cuantos.

Les confieso, que para mí, ¡nunca fui!, ni seré un héroe, todo lo que viví e hice, no tiene nada de heroico, ir a pelear una guerra absurda, inventada por unos cuantos políticos, que ven en estos regímenes (comunismo y socialismo), un peligro para sus intereses; considero que las palabras héroe y amor, están tan subestimadas, degradadas y mal utilizadas.

Diría que cada hermano soldado o guerrillero sin mando, que ha muerto en este país, no ha sido héroe, ¡fueron mártires!, que por falta de oportunidades garantistas, los aprovecharon como combustible para atizar el fuego de esta guerra que no ha sido más que una carnicería que ha cobrado un sin número de vidas, porque esta guerra no ha conocido de dolor ni de misericordia. Es imposible que la voz no se me quiebre, y la mirada vuelva a ese recuerdo que durante muchos años me hizo vivir desconfiado, atento, incrédulo, por doquier me sentía en peligro, perdón a todas las familias colombianas de soldados y policías que han muerto o han sido heridos en combate,  pero no puedo callar mi sentir, lo que para mí representa esta sosa confrontación, sin olvidar como dice la oración del soldado: "YO TAMBIEN FUI UN SOLDADO" victima de las circunstancias que llevaron al alza de las armas de Colombia.

Por ende, es hora de ir más allá de un acuerdo, más allá de los intereses que convergen en oponerse al cambio, basta de tanta intolerancia e ignorancia. Por qué, no reconocernos como hermanos y compatriotas, darnos la oportunidad de comenzar a crear una verdadera clase de héroes, que la heroicidad no sólo sea puesta a deportistas, artistas y personajes ilustres, por su logros o esfuerzos personales y mercantiles, que no sea puesta a hombres y mujeres muertos en una batalla de intransigencia ideológica.

Que los héroes sean aquellos padres de familias, ciudadanos que enseñan a sus hijos y demás a valorar su país y a cuidar de él,  respetar al medio ambiente, valorar a todo aquel que coexiste, que sea héroe quien salvaguarda su vida y la del otro, que el dar la vida no incurra en el hecho de morir con un fusil y uniforme puesto, que sea mejor otorgar  la vida en la defensa del amor y el servicio a los demás, que todos gocemos de los mismos derechos y oportunidades, que aprendamos e implementemos el valor del perdón a través del camino que es el amor.

Es hora de reconciliarnos, y para concluir como me dijo un coronel un día, "Soldado, vaya, pero no muera por su patria, viva por ella, de nada nos sirven los héroes muertos".

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