'Nunca más: sintiendo la memoria', una obra que sacude la mente

'Nunca más: sintiendo la memoria', una obra que sacude la mente

Con la técnica del teatro ciego se crea este montaje que, aunque se basa en la historia de de Granada (Antioquia), es un recuerdo de lo que sucedió en Colombia

Por: Andrés Felipe Marín Montoya
noviembre 20, 2019
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'Nunca más: sintiendo la memoria', una obra que sacude la mente

El 19 de octubre estuve en el Teatro Galeón de Bello (Antioquia) para ver la obra de teatro Nunca más: sintiendo la memoria, obra que había esperado con ansias dado que se realiza con la técnica del teatro ciego. Antes había visto otra obra con este formato titulada Noctámbulo, la cual me encantó.

Mientras se daba inicio a la obra, me tomé una cerveza y pensé cómo sería la puesta en escena. Los organizadores del teatro nos entregaron una venda para cubrirnos los ojos y después de tres llamados empezamos a ingresar al escenario. Nos organizamos en filas de seis personas y un guía nos condujo hasta los asientos. En la puerta del escenario a ambos lados los personajes de la obra interactuaban con el público, saludaban y conversaban con un acento paisa.

Cuando todos estábamos sentados, Alexis (el director del teatro) nos dio la bienvenida, nos dijo a los asistentes que podíamos retirarnos la venda de los ojos, ya que el lugar se encontraba en completa oscuridad, y solicitó que no estiráramos los pies para no causarles accidentes a los actores puesto que ellos se encontraban en las mismas condiciones que el público. Después de las recomendaciones se inició la obra.

Esta empezó con voces que murmuraban rezos por todo el escenario. Luego, una pareja de ancianos hablaba sobre los acontecimientos del municipio de Granada (Antioquia). El diálogo es divertido, son los típicos ancianos chismosos de los pueblos antioqueños. Hablan sobre los últimos muertos y de la problemática de violencia que aqueja al lugar.

En la siguiente acción el escenario se llenó de un olor a chocolate y de sonidos campestres. Después, un padre, su hijo pequeño y su perro entraron en el acto, representaron la vida sencilla y el amor que hay en los hogares campesinos, y a su vez las labores diarias del campo que desarrollan con alegría.

Como la muerte recorre los campos de Granada, el padre se inventa un juego donde le dice al niño que cuando lleguen los hombres sombra y escuche que él dice “Un, dos, tres por mí. Llegaron los hombres sombra”, debe esconderse en la guarida que le hizo debajo de la cama (cuando escuché las palabras del padre, inmediatamente pensé en la película La vida es bella, donde el protagonista también se inventa un juego para salvar a su hijo de la muerte). La escena continúa, el padre le enseña al niño a ordeñar, mientras la vaca muge y mueve la cola con la que golpea a algunas personas del público.

De repente, el cielo se oscurece, se aproxima un vendaval y también unas voces extrañas que llaman al padre del niño. Este le ordena a su hijo que se vaya para su casa y que si escucha las palabras del juego, se esconda. El campesino sabe que son los hombres sombra que han ido por él, y que ha llegado su final, sin embargo, él clama por su vida y estos le responden: “Esto no es un juego”. El padre dice las palabras mágicas y el niño se esconde mientras llora. Al mismo tiempo, el señor es asesinado por los mensajeros de la muerte que no perdonan.

La obra continúa mostrando los asesinatos perpetuados por los hombres sombra y cuenta las masacres acaecidas en el año 2000 donde el pueblo quedó desolado por causa de la violencia de la fuerza pública, paramilitares y guerrilleros. También, el destino  que corre Juan, el Niño que se salvó debido al juego que inventó su padre, quien juega un papel central durante la obra porque les ayuda a sus conciudadanos a sobrellevar los momentos difíciles por los que atraviesa el pueblo.

Al final de la obra se relata el surgimiento de la Casa de la Memoria del municipio de Granada (Antioquia), cómo la gente le rinde tributo a sus muertos y dejan una memoria tangible del horror de la guerra. Fotografías y cartas de los familiares de los muertos son un testimonio vivo de la barbarie de los hombres sombran y un clamor perpetuo para que hechos tan terribles no se repitan de nuevo.

Por último, pienso que realizar la obra de teatro en la oscuridad es muy acertado, pues nuestro país ha estado en una eterna noche donde las balas de todos los actores armados han sumido el país en una oscuridad siniestra y quienes han sufrido las consecuencias han sido la población civil. En esta obra Cuando se iba a representar los disparos que mataban a los campesinos, ponían el sonido del rugido de un Jaguar. Qué mejor forma de simbolizar lo que son esas balas, el grito de una fiera despiadada que se lleva las ilusiones y sueños de las personas que son asesinadas.

Aunque la obra relata los hechos ocurridos en Granada (Antioquia) es el relato de Colombia, líderes sociales asesinados vilmente, campesinos, estudiantes, obreros y profesores son aniquilados por los hombres sombra sin ninguna piedad, solo los alimenta las ansias de sangre como al jaguar.

Después de salir de la obra permanecí meditabundo y pensé cómo fue posible que millones de personas hubiesen votado en contra de la paz, cómo prefieren un país donde el jaguar continúe su cacería y llene nuestros campos y ciudades de dolor y sangre. Cómo el odio pudo vencer la razón y la gente rechazó el silenciamiento de los fusiles y la posibilidad de empezar a construir una realidad diferente para el país.

Lo ocurrido es algo que jamás podré comprender, pero ojalá haya muchas obras de arte y de teatro, además de periodistas valientes como Jesús Abad Colorado (quien presentó el documental El testigo. Memorias del conflicto armado colombiano) que denuncien la crueldad de la guerra para construir un futuro diferente al de la cultura de la muerte. Ojalá gritemos algún día juntos como país: ¡nunca más!

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