La creatividad de la gente de San Jacinto está marcada por el apego a sus tradiciones. Es como una esencia que percibimos en veteranos y jóvenes, casi por igual.
La tradición es posible si se valora con orgullo y se transforma con talento. Es lo que están haciendo las nuevas generaciones del pueblo de Toño Fernández, Juan y José Lara, Andrés Landero, Nicolás Hernández y Eliécer Meléndez “El Currarro”, para mencionar solo algunos de los más grandes ya fallecidos, y no tener disgustos con los vivos y talentosos, que son muchos.
Esa agudeza se evidenció en los talleres del programa piloto Sacúdete, liderado por el Ministerio de Cultura y el apoyo de la secretaria de Cultura de San Jacinto, programa que cerrará actividades el próximo viernes 14 de diciembre.
Más de cien jóvenes de San Jacinto y sus veredas mostraron sus habilidades en los talleres de dibujo, danza, gaitas, acordeón, teatro, y creación de textos, para luego narrar en versos las vivencias y experiencias de sus autores.
Esas narraciones seguirán su camino hasta convertirse en canciones, se escucharán melodías guiadas por una gaita, un acordeón o un canto hondo de décima sentida, como la compuesta por Andrés Landero, no el viejo acordeonero y compositor, sino escrita por uno de sus nietos, que muestra su talento como verseador:
Cuando el sol viene rayando/ Y la niebla se disipa/ El paisaje se anticipa/ La mañana despertando/ El pájaro alegre cantando/ Anunciando el nuevo día/ Con sus lindas melodías/ Yo despierto con mi amada/ Y en mis brazos desnudada/ Ver los Montes de María//
En una de las clases de taller, el decimero Alfredo Martelo, del corregimiento de San Joaquín, en Mahates, Bolívar, invitó a Andrés a versear con él en la modalidad conocida como dos con dos, en el que cada decimero debe aportar dos versos de forma alternada, hasta completar la décima. Grata sorpresa para Martelo, encontrar a un repentista tan joven, al que recomendó días de práctica y lectura para engrandecer su agilidad. “La práctica va mejorando el talento”, fue el consejo de Martelo.
Otra de la dinastía Landero, de nombre Nátaly, escribió un texto sobre los viejos en la plaza, luego de varias entrevistas y jornadas de observación, pensó una cumbia que relatará esas imágenes de viejos elegantes que conversan debajo de un palo de caucho o al pie de una banca de cemento:
Con sus sombreros vueltiaos/ Con sus camisas rayá/ Con sus abarcas tres puntá
Elegantes siempre van // Unos tienen más de ochenta/ Pero caminan con bríos/ Sin pena ellos nos cuentan/ Sus glorias, sus amoríos// Afuera de nuestra iglesia/ A Santa Ana le piden/ Unos días más de vida/ Que de la muerte se libren//
La historia de Hilary Díaz sucede en medio de una corraleja, una experiencia que bien podría pensarse como personal, pero es fruto de su imaginación y de las múltiples voces que la habitan en torno a la fiesta de toros. El relato se vuelve canción como una propuesta de mujer independiente, recia y decidida. Dirán que es una propuesta feminista, quizá, es también la transformación de esa mujer que ve la vida con otros ojos. Sus versos van por buen camino:
Lo conocí en el festival/ la fiesta sanjacintera/ pues el mes agosto era/ en este pueblo sin igual// Estuvimos en corraleja/ viendo al toro en la corrida/ me decía palabras lindas/ mientras tomaba más ron// Cuando salió el tercer toro/ pidió la quinta botella/ y yo que estaba tan bella/ por el ron me despreció// Pregón: Y eso que decía que era inteligente
Rodó por la corraleja/ y se quedó viendo estrellas/ quédate con tu botella
que esta bella ya se fue// Pregón: Sigan bebiendo, se van a quedá sin mujé…fueraaa.
El amor, los celos, el anhelo de tener un acordeón son otros de los temas propuestos por los asistentes. Un día, muy cercano, estos relatos harán parte de un repertorio de gaitas, música de acordeón o décimas que expresarán en formatos legendarios, nuevas historias que los modernicen y renueven.
Ahora no la dejo de pensar/ quiero siempre volverla a besar/ que me mandes de nuevo a la luna/ en un cohete que no vuelva nunca// Expresan los versos de Miguel Vuelvas, intérprete de acordeón, que busca ya la mejor melodía para esta estrofa de joven enamorado.
Miguel Vuelvas fue el primer maestro de acordeón de José Mesa, quien con solo 14 años posee un gran talento para tocar y componer música de acordeón. En su tema Mi anhelo, narra su corta vida como acordeonero y compositor, cuyo gran anhelo, sigue siendo tener su acordeón para llevársela a todos lados: “Como lo hicieron Pacho Rada, Abel Antonio Villa o Alejo Durán, Andrés Landero”. Eso dice José Mesa, con una tímida sonrisa, reflejo de su sencillez y humildad.
Cuando yo estaba pequeño/ Cuando yo estaba pequeño/ Mi anhelo era un acordeón/ Con mi primo Miguelón/ Con mi primo Miguelón/ yo les toco una canción//
Un taller de escasas 24 horas que sacó el talento, el arraigo y la cultura que tiene San Jacinto. Un laboratorio que se desarrolló en Ecléctica, una sala de teatro y centro cultural, liderado por el poeta Neil Reyes Anillo, un hombre que salió del país en tiempos de conflicto y violencia y volvió para crear este espacio que ha transformado las dinámicas culturales del pueblo, bien expresadas en los versos del joven compositor Alberto Vázquez:
Mi pueblo es magia/ Mi pueblo es hermosura/ Mi pueblo irradia//Toda su cultura//
Fotos: Cortesía Neil Reyes
