Para nadie es desconocido que Colombia es un país megadiverso. Su estratégica ubicación geográfica en el trópico, el mar Caribe, el océano Pacífico, tres cordilleras con sus respectivos valles interandinos, entre otras características biogeográficas, han sido la combinación perfecta para que en la diversidad de biomas y ecosistemas se generen los procesos de especiación que catalogan a Colombia como un país megadiverso.
Adicionalmente, toda esta biodiversidad también está acompañada de la presencia de diferentes comunidades como indígenas, campesinos y raizales que han sabido cómo subsistir a través de los diferentes medios de vida adaptados alrededor de la naturaleza que les rodea. Esta invaluable riqueza se concentra principalmente en el Sistema de Áreas Protegidas de Colombia (SINAP) las cuales, son gestionadas por una entidad pública adscrita al Ministerio de Medio Ambiente: Parques Nacionales Naturales de Colombia.
La oportunidad de aprovechar la biodiversidad en los Parques Nacionales ha llevado a plantear propuestas como el desarrollo del ecoturismo, la cual ha sido promulgada como viable y sostenible, a pesar de las dificultades en el control de la impredecibilidad de la generación de impactos. Sobre todo, cuando dichos impactos tienen una mayor dificultad de control y manejo por la ausencia de planificación y desarrollo de infraestructura turística.
Décadas de conflicto armado en Colombia no han permitido que desarrollemos un ecoturismo, que además de competitivo sea sostenible. Por esta razón, la cautela con el desarrollo del ecoturismo teniendo en cuenta el principio de precaución, ha sido una de las características de la dirección de Parques Nacionales Naturales de Colombia. Dicha cautela ha permitido que se avance con un desarrollo del ecoturismo con prevención a que la terrible masificación y artificialización del ecoturismo arrase con la mayor riqueza de Colombia.
A pesar de que existen 59 Parques Nacionales en Colombia, que representan más del 10% del territorio nacional, menos de la mitad de estas áreas protegidas tienen una vocación ecoturística. Esto se debe a que la oportunidad de desarrollo del ecoturismo depende de unas características de planificación, administración y gestión que solo cumplen algunas áreas. Tanto la fragilidad de ecosistemas como la complejidad social son objetivos de conservación para Parques Nacionales y por esta razón la planificación del ecoturismo no es un proceso sencillo.
Por esta razón, un cambio en la dirección de Parques Nacionales tiene el compromiso de seguir avanzando con precaución y cautela en el desarrollo del ecoturismo. Si bien existe la gran oportunidad en Colombia de desarrollar un turismo especializado como el ecoturismo, que aproveche las ventajas competitivas que tenemos, y que además aproveche los nuevos cambios en la preferencia de la sociedad hacia un turismo no masivo debido al coronavirus, los retos de la planificación turística en las áreas protegidas serán muy grandes. No sobra recordar que uno de los grandes desafíos de la humanidad es el cambio climático en donde juega un papel muy importante el estado de conservación de la biodiversidad y que el ecoturismo, a pesar del prefijo eco, puede poner en riesgo la conservación.
Como amante de la naturaleza, pero también conocedor de los complejos procesos de planificación turística en áreas protegidas y los posibles impactos irreversibles que puede generar un turismo masificado y excluyente socialmente, espero de todo corazón que el cambio de dirección de Parques Nacionales Naturales de Colombia logre aumentar la competitividad y sostenibilidad del ecoturismo en las áreas protegidas, esto, sin poner en riesgo la biodiversidad y los sistemas de vida de las comunidades locales. No será una tarea fácil, sobre todo sí se sigue pensando que el ecoturismo y la conservación son irrefutablemente compatibles.
