Las 'nuevas ciudadanías' son una serie de movimientos que comienzan a tomar fuerza en el país, y la capital del Meta no es la excepción. En Villavicencio, estos grupos, hasta hace poco desconocidos, se han ido formando como un hecho coyuntural derivado de la frustración que significa para estos jóvenes sentirse marginados por su gobierno local, en temas tan trascendentales como el proceso de revisión y ajuste del Plan de Ordenamiento Territorial (POT), que esta semana se juega su aprobación en segundo debate al interior del concejo de Villavicencio.
Por esta razón, emergió en los últimos días un grupo de ciudadanos que se han venido organizando para decirle de distintas maneras al alcalde Juan Guillermo Zuluaga que quieren un buen POT, y no una serie de decretos aprobados como parece va a ser (a pupitrazo), y armados a ultranza para favorecer solo a una parte de la población, los terratenientes, que, a la larga, serán los mayores beneficiados.
Muchos de estos ciudadanos se mueven en bicicleta diariamente, promueven el derecho a la ciudad, aman la naturaleza y ejercen control sobre los gobernantes porque estas llamadas 'nuevas ciudadanías’ tienen algo que pocas veces se ve en los habitantes de cualquier región del país, y es un alto sentido de pertenencia con el lugar que habitan; estos hombres y mujeres, de todas las edades y estratos sociales, de los que hacen parte desde líderes comunales y religiosos hasta profesionales de distintas áreas, organizan tertulias para hablar de los temas de interés público, hacen marchas para exigir el pleno goce de sus derechos y utilizan las redes sociales como su principal medio de comunicación.
Insistentemente han manifestado que consideran ilegítimo el proyecto de POT que está a punto de aprobarse en el Concejo Municipal porque, según ellos, no fue producto de la construcción colectiva; además, manifiestan que es ilegal porque no se ha dado cabal cumplimiento a los preceptos normativos que condicionan su formulación y que es inconveniente porque no responde a las realidades físicas y territoriales del municipio.
Proponen que el POT debe ser concertado con todos los actores de la sociedad villavicense, al tiempo que exigen se hagan estudios de microzonificación sísmica, de distribución poblacional, de interpretación de la estructura ecológica, de demanda de vivienda de interés social, de tensiones y conflictos por el uso del suelo, entre otros, que, junto a la valoración del conocimiento que tienen los residentes del municipio, les permita a todos los interesados construir un POT concertado y equitativo en la distribución de los beneficios que de su implementación se desprenden.
Ante la negativa y autoritarismo del alcalde saliente, Juan Guillermo Zuluaga, de tener en cuenta lo que ellos consideran es conveniente para su futuro, han interpuesto acciones de tutela para hacer valer sus derechos y le han dicho a la opinión pública que, dadas las circunstancias que caracterizaron el paso del proyecto por el Consejo Territorial de Planeación, del cual piensan no estuvo a la altura del momento histórico que les correspondió liderar como representantes de la sociedad civil organizada, al no ofrecer garantías para hacer efectiva la participación ciudadana y, ante la multiplicidad de errores pendientes por corregir del proyecto de plan en el corto tiempo que le resta al actual gobierno, lo prudente, responsable y conveniente es que sea el mandatario entrante quien retome el rumbo de lo que inició con una gran expectativa el actual alcalde por las expectativas que, en torno a la formulación del POT se generó, pero que con el tiempo se fue diluyendo en detrimento de la población más desfavorecida y a favor de unos pocos que le han apostado al POT como el gran negocio de sus vidas por el efecto que tendría en la renta de sus tierras.
Independientemente de cual sea el desenlace del trámite de aprobación que cursa el proyecto ante el Concejo Municipal, queda claro que Villavicencio, además de transformarse físicamente, también empieza a tener ciudadanos de mente futurista, que se preparan en materia de conocimiento ambiental y urbanístico, y que, sobre todo, están dispuestos a incidir y marcarle el derrotero a los gobernantes, tanto a los mandatarios salientes como a los que asumirán el poder el próximo primero de enero, exclamando con un grito que parece retumbar en las calles de la ciudad: Alcalde, por el bien de la ciudad, ¡queremos un buen POT!
