El G-20 reconoció que el Contrato Social está roto, pero sustrajo, evadió o eludió la conformación de un impuesto a los Billonarios, que pagan tasas ridículamente menores que la miserable mayoría. Frustrados los rituales multilaterales para atraer la prosperidad democrática, es necesario controlar la maligna posesión, que priva a la dignidad humana, y la somete a la carencia o desigualdad, porque no hay consenso sobre qué suma es riqueza, ni qué proporción debería confiscarse a sus desnaturalizados privilegiados.
España alberga la residencia fiscal de Falcao, quien se enriqueció gracias al rally futbolero. Viene de ser suplente, en un equipo de barrio obrero que tradicionalmente disputa el descenso, y, aunque podría permanecer lesionado, no tuvo la grandeza de rendirle tributo a Millonarios, cobrando exclusivamente por resultados.
Plutocracia, mientras los pobres hinchas rogaban, él regateaba impuestos; cuando descubran que los tumbaron, habrá acumulado suficientes contratos y privilegios para su Esposa e Hijos, imponiendo exhibiciones nepotistas.
La Gran Sucesión también beneficiará a algunos «ninis», siendo probable que los súper-herederos menores de 30 años nunca estudien ni trabajen (The World's Youngest Billionaires, 2024). Entretanto, Warren Buffet anunció que donaría su patrimonio a causas benéficas, unánimemente seleccionadas por sus exitosos hijos.
En Austria, Engelhorn reconoció su falta de méritos, y que el éxito de su benefactor había sido arreglado o fortuito. Consciente de que el modelo socioeconómico esclaviza a la humanidad, y el establecimiento sabotea cualquier reforma, eligió mediante sorteo una Asamblea Ciudadana para Constituir su Liga de la Justicia Redistributiva.
Muchos preferirían seguir acumulando rentas, y que los desfavorecidos, abandonados por tanto Estado Fallido, siguieran vendiendo el alma al mercado a cambio de su incierta limosna.
Lecciones aprendidas, Roosvelt incrementó progresivamente los impuestos, desde 25% hasta 90%, para nutrir la clase media de EE. UU.; Ella regalará 90% de su herencia. Además, aplicando el Juego del Ultimátum, renunció a vetar las providencias de su Gobierno Ciudadano, pero esa instancia perdería los recursos si no sustenta acuerdos.
La azarosa elección de esos Sabios reanimó el espíritu griego (Kleroterion, https://t.ly/axC5E), sin interponer algoritmos que reforzaran sesgos por defecto. Al respecto, los Ig Nobel de Gestión 2010 y Economía 2022 demostraron que las organizaciones funcionaban mejor cuando la selección era aleatoria, y que la fortuna usualmente no acreditaba a los talentosos sino a los suertudos (https://t.ly/DpaYq).
Cambiemos nuestras apuestas socioeconómicas, pues con esas antiguas innovaciones podríamos ahorrarnos la disfuncional burocracia parlamentaria. Validando antecedentes, Estados Unidos atestiguó el Efecto Katz, “rifando bonos” para vivienda; en Colombia, German Vargas sorteó “viviendas gratis”, aunque el botín repartido durante esas intervenciones fue insuficiente para contrarrestar las fallas sistémicas, y corregir la mala suerte que condena a la mayoría, arrimada o arrendataria.
En clave tecnócrata, Talagrand, “Nobel” de Matemáticas 2024, demostró la predictibilidad de lo aleatorio, regulando «desigualdades» que incorporan «límites» y aproximan «óptimos». Convendría aplicar eso porque la moneda permanece cargada.
