En el marco de los noventa días de aislamiento preventivo, el concepto de “Nueva Realidad” requiere un análisis más específico de lo que se habla en los medios de comunicación, o las cifras que expresa el gobierno nacional, departamental, distrital o municipal. Y es en estas pocas letras, un intento de reflexionar sobre que se vive en este aislamiento, como dijo William Ospina en una reciente entrevista, “nadie quiere el aislamiento, ni se atreve a cuestionar que se vivía mejor antes, entendido como una mayor utilización de las libertades”. Y es que esta afirmación es una realidad, dentro de las libertades que nos concede este Estado Neoliberal, muy paupérrimo y despiadado con los que no tienen con que sostenerse, estaba la libre circulación en el espacio. A tal punto que, por fortuna, también los asesinos están siendo restringidos de estas libertades, porque según un abogado recientemente entrevistado en un medio nacional, el litigante penalista que trabaja en Manizales expresó: “Esto está muy duro para los penalistas, se ha reducido los asesinatos en un 80%”, estas declaraciones han producido en muchos pertinencia, en otros, una descripción de la cruda realidad, una sociedad que necesita la muerte para sobrevivir económicamente, algo así como los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe, con las famosas e inhumanas ejecuciones extrajudiciales.
Y es que, esta “Nueva Realidad” carcome a los que en verdad no tienen otra forma de vivir, sino de querer producir dinero a toda costa, aún si la vida está de por medio, este nuevo paradigma coloca al sistema Neoliberal mundial en jaque, en donde los grandes Estados han perdido millones de vidas, y tal parece que nada importa. Igual que en esta Nación, en donde nos podemos cuestionar ¿En realidad si le importa al gobierno la vida de sus electores?, ¿En realidad estamos en un aislamiento?, O, ¿Es que acaso se han cambiado las formas de producir capital en el mundo?, la “Nueva Realidad” implica cambiar la vida productiva en el mundo, implica una transformación de fondo, no una simple moderación de la explotación laboral para aguantar lo mayor posible sus arcas económicas y apenas se pueda volver a devorar al mundo en todo aspecto.
Y solo basta con ver las evidencias recientes en el mundo, en donde, en Estados Unidos, Inglaterra, Italia, España y China, las muertes por COVID-19 han llegado hasta superar las mil muertes por día, cifras alarmantes que conllevaron a tomar medidas de aislamiento obligatorio y rodeado de políticas sociales, subsidios, renta básica (Como en España) y disminución de impuestos mensuales. Pero, luego de que en mayo des escalaran las muertes, de inmediato se disminuyeron las medidas y por consiguiente se enfrentan ahora en el mes de junio, a un segundo brote del virus, devolviendo a las personas a sus casas y volviendo menos volátil la economía. En este sentido, ¿Por qué se siguen resistiendo a una reforma mundial de verdad?, o es que su fin es otro, para ellos la realidad es una y para nosotros los que debemos salir a las calles, parece ser otra. En este sentido, el colapso mental es obvio, los trabajadores que no han parado de ir a sus empresas viven con la zozobra de un posible contagio y una propagación en sus hogares.
Mientras que los que trabajan en casa, viven con mucho estrés, se trabaja el doble y tal vez el triple, por un salario paupérrimo y en muchas ocasiones, un salario menor que el mínimo vital, no vivimos tiempos de renovación, sino tiempos de ultraje, lastimosamente los colombianos vivimos un cóctel peligroso un gobierno corrupto, tramposo y cómplice de los despidos laborales masivos, del abandono estatal en el derecho de la salud, la disminución de la demanda educativa por el poco apoyo a los maestros y a los estudiantes, los continuos decretos sin revisión constitucional y por consiguiente la modificación a dedo de las jornadas laborales y remuneraciones pertinentes, los continuos intentos de reformas regresivas contra el ciudadano de a pie, el cual es el que más tributa, increíblemente, el único país gobernado al revés, lo mejor para los ricos y lo peor para los pobres, en donde los congresistas en vez de reducir su salario y redistribuir la riqueza, al contrario, fruncen el ceño y victimizan a los más pobres, a tal punto de gestionar desalojos en plena crisis mundial.
Estas actuaciones gubernamentales, sumadas a la pandemia que vivimos, nos colocan en un eje peligroso, el paradigma que en algunos países como Países Bajos, Bélgica y Luxemburgo llaman como “Nueva Realidad” en donde le dan predominancia a la bicicleta, a las energías renovables, al reciclaje, a la formalidad laboral y a las políticas sociales, acá no hay nada nuevo, al contrario, me atrevería decir que es la cruda realidad, el eterno retorno de Nietzsche se intensifica, nos tienen en la mitad de un fuego cruzado, si no sales te matan (Los líderes sociales, los más pobres que no tienen trabajo, las mujeres y niñas violadas y golpeadas por sus parejas y padres) y si sales también (Contagio del COVID-19, poca atención médica y posterior muerte), si bien antes esta eternidad cíclica llamada vida era más llevadera por el goce de mayores libertades, con este encierro poco pertinente en el ámbito asistencial, en donde el gobierno favoreciendo a las empresas nos dice en cada expresión legal, la cual es burlesca “que entre el diablo y escoja”, que no somos nada para ellos, y que como el mito de Sisifo que describe Camus, debemos cargar eternamente la roca por disposición de los que se creen nuestros dioses, que juran que por tener dinero son dueños de nuestras almas y nuestras acciones.
Este breve espacio de reflexión sirve para identificar que la pobreza no es un estado mental como muchos piensan, y que la tortura de vivir para muchas personas es creada, creada por los falsos dioses, que por tener los medios de producción pueden ser nuestros amos, y es lo que aún hacen, y harán si no se cambia de gobierno, la invitación ya está más que dicha, a despertar, elegir bien y respaldar, al que legisle para nosotros, los que más sufrimos y los que más luchamos, no para el que legisle para seguir mandándonos a cargar la roca eternamente, la roca de la miseria y la humillación. Intentemos buscar una verdadera “Nueva Realidad”.