Cuando al mundo lo azota la denominada pandemia del COVID-19, vemos con preocupación cómo las políticas xenófobas desarrolladas, en muchos casos, por los medios masivos de comunicación y el silencio cómplice de algunos gobernantes hacen estragos en el seno de las clases menos favorecidas, creando hordas de ciudadanos dispuestos a dar la vida misma para evitar que muchos de estos descarriados por la sociedad en su país y estigmatizados en el nuestro no les puedan dar cobijo en ciertos lugares de nuestra localidad.
Muchas veces cuando tenemos en parte resuelto nuestras necesidades primarias, olvidamos de dónde venimos y nos damos el lujo muchas veces, como en este caso, aupados por la dirigencia política local de excluir a los marginados.
No logro concebir que figuras representativas de las largas luchas populares por la defensa de los “derechos humanos” hoy pongan a sus seguidores como guardianes del orden a impedir que en nuestra localidad se les dé acogida, olvidando que la razón de ser de los humanos es la solidaridad, la comprensión y el apoyo en los momentos de dificultades.
Eso queda bien para aquellos que a lo largo de la historia han desgraciado a nuestra sociedad y han malversado todo lo del Estado en beneficio propio. No obstante lo anterior, debemos unirnos para hacer que los menguados recursos estatales y las ayudas internacionales sean utilizadas como deben ser, que los acostumbrados a esquilmar cualquiera de ellos sean vigilados y puestos a disposición de las autoridades competentes.
Nuestro pueblo no debe permitirse el lujo de excluir a sus semejantes (así algunos de ellos no tengan el menor miramiento con los nuestros) solo sobre la base de ser venezolanos, nuestra América es una sola y aquellos que no se adapten a las costumbres y respeten nuestras normas y leyes o consideren que la nuestra es para hacer fechorías se les puede exigir dejar nuestra patria y/o hacerlos pagar sus atropellos ante la justicia.
Nuestra alcaldesa le ha exigido al gobierno nacional entregar los aportes que le corresponden de las ayudas internacionales dadas para sobrellevar lo que los gobiernos han causado con el aislamiento de Venezuela y el cierre sistemático de toda posibilidad adquirir lo básico para la supervivencia de su pueblo y nosotros no debemos ni podemos hacer cauda de sus desgracias para no permitirles tener un lugar temporal donde pasar este aislamiento social.
Todos podemos adquirir en cualquier momento de nuestra existencia ese virus, pero ya tenemos en nuestro cuerpo y alma el desprecio por otro ser humano y lo ponemos en práctica cuando nos unimos para excluir a unos seres que están pasando por dificultades.
Los usmeños nos hemos caracterizado por ser solidarios, que este COVID-19 no nos haga cambiar nuestros principios y olvidemos esas bondades que hacen de todos nosotros los mejores bogotanos
El COVID-19 sirve ahora como excusa para amenazar a naciones como Venezuela e Irán, violando la soberanía de los pueblos, la coexistencia pacífica y el derecho internacional. También sirve de mampara para la nueva repartición de los recursos naturales mundiales, ampliar la especulación financiera, rediseñar los mercados, reforzar los monopolios productivos, lavar dineros, controlar el mercado de las drogas, y aumentar el control de las redes y la información y, por ende, sobre el conocimiento, el saber, la información y la cultura.
La pandemia del COVID-19 se presentó en el momento en que el gobierno colombiano profundizaba sus políticas de total desregulación y miserabilización de la vida y el trabajo de los colombianos, lo que hace muy difícil el enfrentamiento de la pandemia. Eso sin olvidar los índices de desempleo e informalidad laboral, sin parangón en la historia de nuestro país.