Nuestro conflicto es de clases

Nuestro conflicto es de clases

Son los defensores de una sola clase social contra el pueblo que busca espacio económico y político. Llevamos más de doscientos años en las mismas

Por: Henry Gallego Beodya
septiembre 02, 2019
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Nuestro conflicto es de clases
Foto: Pixabay

Lo que Colombia posee desde hace doscientos años es una lucha diferencial de clases, entre ricos y pobres. Para reconocer esto no se necesita un lenguaje trasnochado, izquierdista, solemne, ni poético, aunque la poesía nunca sobre. Sin embargo, los métodos de lucha son diferentes para cada clase.

La oligarquía se preocupa por controlar el poder, sin importar si es bipartidista o polipartidista, ahora que hay tantos matices, porque todos devienen liberal-conservador. Los métodos de esa aristocracia bicentenaria son duros, caros y llegan hasta el asesinato sistemático (de líderes sociales hoy en día, por ejemplo), mientras que los del pueblo son la asociación sindical, la organización comunal, la protesta, la calle, el empoderamiento de las comunidades, etc.

Si fuese una guerra civil declarada, no descartaríamos una igualdad en los métodos de lucha, sangra versus sangre, pero el problema es que llevamos doscientos años de conflicto social, entre defensores del establecimiento, del orden de clases, de una economía para el favorecimiento de una sola clase social contra el pueblo que busca espacio económico y político. No obstante, este orden social no puede cambiar, cualquier brote de cambio es reprimido por la clase social dominante acudiendo a los métodos más sucios y crueles.

De ahí deviene el paramilitarismo, antes los pájaros. De ahí viene que todo el que se monte en el poder lo haga para disfrazar la violación de los derechos (por ejemplo, gobernantes recientes en Medellín autorizaron e idearon la construcción de una urbanización sobre un viejo cementerio de víctimas del paramilitarismo).

Cada vez que en la historia de Colombia una mente política que representa los intereses de abajo surge, ipso facto se convierte en un peligro para la oligarquía encrustada en el seno de la economía y la política y se deshacen de él o de ella de cualquier forma y con la ayuda de los medios masivos de comunicación.

No solo esto, cada vez que los movimientos sociales se asoman al logro de los derechos que desajustan sus privilegios, ocurre una reorganización de las asociación de los ricos para detener el avance de cualquier modo. Es también lo que se ve hoy, con el uribismo, con la derecha y sus versiones santistas, lleristas, conservadora o liberal frente al acuerdo de paz y el posconflicto y todo lo que está pasando, incluidos los últimos acontecimientos de reacondicionamiento de la guerrilla a la lucha armada.

Pero como de nada sirve quejarse, debemos pensar para qué sirve escribir de esta manera y es para que nos demos cuenta que una análisis correcto de la historia sirve para no dejarse enredar por los medios masivos, por las noticias, por las vicisitudes del día a día nacional y no perder de vista el hilo central, que debe ser el motivo frente al cual se debe discutir la realidad nacional.

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