En Colombia siempre nos hemos enorgullecido de nuestras carreteras. Y como fue tan difícil, desde los conquistadores hasta hace 25 años, que las montañas y ríos pudieran ser superados con trazos diferentes a los que empleaban los precolombinos, cualquier carretera bien terminada que se pone en uso nos llena de orgullo. Ahora ya no asombra que exista una doble calzada entre Bogotá y Barranquilla o entre Manizales y Cali. En cambio, ante el avance de todas las que están haciendo para desembotellar por fin a Medellín, hacia Urabá o hacia el Valle o hacia Berrío, se pone uno a pensar por qué motivo se sigue permitiendo que el tramo entre La Paila y Calarcá se haya vuelto el embudo de la carretera que une a Bogotá con Buenaventura manteniéndola en una sola calzada y ocasionando los más grandes trancones. Y ni qué decir cómo o por qué nunca han podido terminar la carretera de Popayán al Huila o hacer la doble calzada entre Cali y Popayán.
Pero esta semana, cuando el diario El País de Madrid sacó un extenso artículo sobre las carreteras colombianas y las comparó con las que se usan y han construido en el resto del mundo, todo ese enorgullecimiento nacionalista se vino al piso. Según el diario madrileño, mientras en Colombia un viaje de 300 kilómetros por carretera tarda alrededor de siete horas, en España ese mismo recorrido tomaría menos de la mitad. La última medición del Fondo Monetario Internacional (FMI) muestra como estamos de mal. Y, como para remachar el atraso que tenemos en Colombia con las carreteras, El Pais resalta que el Fondo Monetario Internacional averiguó cuales son las carreteras más rápidas y encontró que ellas están en Canadá Australia, EUA y Europa y, comparativamente, las más lentas están en Colombia, Ecuador y Bolivia.
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No admitimos que es el alto nivel de corrupción al que hemos llegado lo que verdaderamente nos impide ponernos al tanto de las otras naciones
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El diario español enumera toda una serie de circunstancias que son ciertas sobre los motivos para no haber construido más y más carreteras de doble calzada en nuestro territorio, y aunque nos aplasta con las estadísticas del Banco Mundial de que la velocidad promedio es de 57 kilómetros y que el BID advertía que necesitábamos 45.000 kilómetros más de vías para aumentar la productividad, aquí seguimos aumentando los costos de construcción, pero sobre todo, no admitimos que es el alto nivel de corrupción al que hemos llegado lo que verdaderamente nos impide ponernos al tanto de las otras naciones. En otras palabras, las carreteras de Colombia, así dizque sea muy buenas, valen huevo ante los ojos del mundo