Colombia, o mejor Locombia, es el único país en el mundo que, estando invadido por el cáncer de la corrupción, se niega a votar masivamente para acabar con el flagelo que le hizo metástasis y la carcome. De hecho, prefiere que quienes la causan —o sea los mismos congresistas— se reformen per se. Se piensa con el deseo que los corruptos se autorreformen, ¡qué utopía!, ¡qué entelequia!
Esto pasó en Colombia y es para replay: Luis Gustavo Moreno, nombrado por el actual fiscal Néstor Humberto Martínez Neira, fue capturado por corrupto y hoy canta hasta rancheras en EE.UU., país donde fue extraditado. Si no hubiese sido por los gringos, este venal funcionario estaría ejerciendo plenamente como fiscal anticorrupción. En ese momento Néstor Humberto Martínez, autor de su nombramiento, pasó de agache, no pasó nada y nadie dijo nada.
Hoy este mismo señor, en su calidad de fiscal, decide sobre el caso emblemático de corrupción causado por la firma Brasileña Odebrecht. Al parecer, los grandes, los que realmente mandan en Locombia, lo necesitaban de fiscal, para que la puerta giratoria girara sobre su mismo eje y retornara al mismo punto de donde partió: sale de ser asesor jurídico de Corficolombiana-Episol, filial del grupo Aval, socia de Odebrecht en el contrato de la Ruta del Sol 2, directamente a la Fiscalía. Si esto no es la puerta giratoria, ¿entonces qué es?
Da la impresión de que los grandes poderes económicos lo necesitaban como fiscal para que cerrara el círculo y metiera a la cárcel a mandos medios como Jorge Enrique Pizano y Luis Fernando Andrade. Con estos dos chivos expiatorios y otros de cargos menores, el fiscal les salvaría el pellejo a sus poderosos patronos del Grupo Aval.
Además, haría escándalos mediáticos para sabotear el proceso de paz (como el caso de Santrich y el del supuesto lavado de activos de unos supermercados) y cambiar el foco de preocupación. Posiblemente, al señor Néstor Humberto Martínez lo pusieron allí para que realizara grandes mandados y saboteara, como en mi opinión lo ha venido haciendo, la implementación de los acuerdos de paz.
Ah, y con todo esto, de nuevo aparecen los gringos para hacer justicia en un país como Colombia, que perdió su norte jurídico y su soberanía judicial. "Esto ya es la tapa mijo" decía mi abuela cuando la realidad superaba la ficción. Nos hemos humillado frente al imperio y les hemos cedido la soberanía jurídica para que la ejerzan... paradójicamente, estos intervencionistas son nuestra salvación, puesto que aquí no pasa nada.
Ellos se encargarán de hacer justicia ante la ausencia tradicional de esta en nuestro país. Aquí la justicia es "para los de ruana" y para los de salario mínimo, aquí los poderosos se burlan de la justicia o si no veamos el caso Uribe Vélez: cientos de procesos tiene abiertos y no pasa nada. Mientras tanto, un pobre y marginado pasa años en la cárcel porque se roba un pan en un supermercado de cadena para saciar un poco su hambre. Y todavía se preguntan, de la existencia inveterada de los grupos subversivos...
Muy pronto aparecerá el intervencionista y justiciero extranjero haciendo valer su mejor arma: la cancelación de visas. Le cancelarán la visa a Néstor Humberto Martínez como única arma de presión para que renuncie y al intocable viejo Sarmiento, muy probablemente, le investigarán sus empresas en EE.UU. Mientras tanto aquí no pasa nada, ni pasará.
