Colombia podría describirse como un laboratorio para los estudiosos de la(s) ciencia(s) políticas(s), por muchas razones, por ahora sólo menciono dos fenómenos que pueden resultar interesantes para un “extranjero”: la frecuencia de escándalos que se anulan entre sí y las diferencias en las percepciones sobre las concepciones políticas al comparar cómo se percibe el espectro de la izquierda al interior del país y en países extranjeros.
Por una parte, pasan tantas cosas que no pasa nada, un escándalo tapa el anterior y, como por substracción de materia, es como si al final no hubiera ninguno, nada nos escandaliza ya, de manera que la metáfora de las cortinas de humo se queda corta, una cortina de humo tapa otra cortina de humo, al punto que parece una mejor metáfora explicativa la caverna de Platón.
Por otra parte, resulta muy curioso el odio generalizado a la izquierda, somos un país donde la contrainsurgencia se inventó antes de la insurgencia, posiblemente ahora que tenemos un gobierno que podría denominarse proveniente de este espectro podríamos hablar con hechos de los errores de la izquierda, pero incluso antes de su llegada ya se vaticinaban errores garrafales.
En el contexto de América Latina este odio se puede explicar por la asociación de la izquierda con las guerrillas marxistas (o leninistas, etc), en el ámbito nacional por la crudeza del conflicto. Lo entiendo porque miembros de mi familia fueron víctimas de la guerrilla, a mi padre intentaron asesinarlo y familiares cercanos muy queridos fueron secuestrados. Entiendo el odio, pero no justifico su irracionalidad consecuente.
Este odio generalizado impide a muchos colombianos ubicar su cabeza en el siglo XXI, digamos después de la caída del muro de Berlín, no creo que sea coincidencia esos lapsus linguae que rememoran a la Unión Soviética como si aún existiera.
Para muchos es difícil entender que lo más normal en una democracia es periodos de gobierno de partidos en un espectro alternados por la llegada de partido de otro espectro. Acá cabe hablar del mal que hizo el Frente Nacional y su naturalización de lo que hoy llamamos mermelada, pero ese es otro tema.
Para muchos colombianos también resulta difícil entender la evolución política de muchos países europeos donde se habla de partidos social-demócratas y no de comunismo ni de socialismo. De esta manera, se confunden derechos con asistencialismo.
No estoy defendiendo el espectro de la izquierda, lo que quiero señalar es que resulta muy interesante las diferencias en las percepciones, por ejemplo, cómo en países extranjeros se visualizaron los diálogos de paz entre el Gobierno Santos y las FARC como el fin del último eslabón de la Guerra Fría, pero internamente se dificultó mucho la visualización de este fenómeno como tal.
Claramente la política exterior no siempre tiene que coincidir con la interior, por ejemplo, algunos dicen que en el caso del Reino Unido su política exterior es más importante que la interna. De la misma manera, las percepciones locales no tienen que coincidir siempre con las internacionales.
De cualquier manera, resulta llamativo reflexionar sobre las metáforas que usamos para describir nuestra compleja realidad, para que no nos ahoguemos con tantas cortinas de humo, para que salgamos de la caverna o para que dejemos de ser ratones de laboratorio jalando palancas inútiles.
