Nubarrones para la integración en América Latina
Opinión

Nubarrones para la integración en América Latina

El horizonte económico de la región no se ve muy promisorio, las turbulencias políticas pueden agravar la situación y la ansiada integración está lejana

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enero 16, 2024
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El horizonte económico de la región no se ve muy promisorio y las turbulencias políticas pueden agravar la situación.

Los signos indican que vendrá un periodo de inestabilidad y conflictos locales. La ansiada integración regional está más lejos que nunca.

El Mercosur vive una crisis agravada por la elección de Javier Milei en Argentina, el extravagante autodenominado anarcocapitalista, que busca promover una agenda neoliberal aún más radical que la de sus antecesores, con privatizaciones, desregulación de la economía, deterioro de las condiciones laborales y alineamiento incondicional con la política exterior de Washington.

Las críticas de Milei al proceso de integración regional, Mercosur, y su no ingreso a los BRICS, revelan que América Latina no va a contar con Argentina, por lo menos mientras que gobierne Milei, como un actor favorable para una integración regional.

Paraguay, que preside este semestre el Mercosur, ya había exigido flexibilizar sus disposiciones. Quiere fomentar por aparte un acuerdo con Singapur y los Emiratos Árabes Unidos y ha anunciado que no promoverá el tratado de libre comercio con la Unión Europea.


Ningún gobierno de la región se ha hecho eco de la propuesta de Petro y, salvo Lula, ninguno tampoco la ha controvertido. Tal vez peor, simplemente la han ignorado


Brasil mantiene el liderazgo real del Mercosur y Luiz Inacio Ignacio Lula da Silva se ha propuesto entre sus metas reconstruir a Unasur, pero las divergencias en torno al gobierno de Maduro han dificultado ese proceso, el cual, si logra reactivarse, no tendrá bajo ninguna circunstancia como eje la descarbonización y el abandono del petróleo que ha propuesto Gustavo Petro. Es cierto que Brasil interviene activamente para disminuir la deforestación de la selva amazónica, pero al mismo tiempo incrementa en forma sustancial la producción de petróleo y gas. En realidad, ningún gobierno de la región se ha hecho eco de la propuesta de Petro y, salvo Lula, ninguno tampoco la ha controvertido. Tal vez peor, simplemente la han ignorado.

Venezuela vive una situación difícil, pues aun cuando se habla de una cierta reactivación económica dada sus inmensas riquezas minerales y petroleras, el alcance de sus acuerdos con Estados Unidos para unas elecciones en el 2024 a cambio de una atenuación de las sanciones económicas, no se sabe hasta dónde puede llegar.

En Guatemala se vive una complicada transición gubernamental, en la cual las fuerzas tradicionales se han opuesto a la posesión del nuevo presidente Bernardo Arévalo cuya bandera ha sido la lucha contra la corrupción, enfrentando una clase política tradicional ligada a la violencia, el clientelismo y el narcotráfico.

Ecuador vive una nueva crisis política. Un gobierno débil y elegido por un breve periodo, apenas hasta 2025, se está viendo desafiado por el crimen organizado.

En América Latina se ha disparado el narcotráfico en toda su cadena con sus secuelas de violencia, corrupción y destrucción ambiental.

La migración desde América Latina se ha incrementado enormemente. Según la Acnur, provienen de esta región dos de cada cinco solicitantes de asilo en todo el mundo y cerca de la mitad de los migrantes que recibe Estados Unidos.

La creciente desigualdad, la pobreza, la debilidad del crecimiento económico, la desindustrialización y la corrupción, dan vivo testimonio de esta situación crítica en países tradicionalmente sometidos a los mandatos del FMI.

La C estima que el crecimiento económico de la región durante 2024 será de entre el 1,5 % y el 1,9 %, más bajo que el del Occidente desarrollado y muy lejos del de Asia. En América del Sur será en promedio 1,2 %, mucho menor que el de 2022, de 3,7 %, según la misma entidad.

Habrá un menor espacio fiscal por una reducción en el recaudo y por el mantenimiento de una estructura fiscal regresiva basada en los impuestos indirectos en una región en la cual, según la Cepal, la pobreza afectó en 2023 al 29% de la población, con 70 millones de personas en la extrema pobreza.

Según datos de Our World in Data obtenidos del Banco Mundial, entre los 25 países con peor distribución de la renta –sobre un total de 89 economías– figuran 16 países latinoamericanos.

16 países de América Latina se encuentran entre los 25 del mundo con peor distribución del ingreso. Entre ellos sobresale Colombia, con un Gini de 0,54, seguido de Panamá, con 0,50, según análisis hecho por el Real Instituto Elcano con datos del Banco Mundial.

La inequidad es otro signo regional. En su informe sobre el panorama social en América Latina y el Caribe 2023, la Cepal añade que, en 9 de 12 países de la región, “el decil más alto recibe un ingreso 21 veces mayor que el del decil de menores ingresos, lo que da cuenta de una muy elevada desigualdad. La concentración del patrimonio es aún mayor que la del ingreso; en 2021, el patrimonio de los 105 milmillonarios de la región representó casi un 4 % del patrimonio de toda la población y superó los niveles de 2019 y 2020”.

Desde hace décadas el conjunto de la región vive un proceso de desindustrialización y especialización exportadora en materias primas tales como petróleo, diversos minerales, soja, café, entre otros, lo que la hace muy vulnerable a las variaciones del mercado mundial.

El futuro no es prometedor para la América Latina. Las elites gubernamentales y los países del Norte le ofrecen como solución profundizar los tratados de libre comercio que, como lo evidencian los hechos, han traído consigo la pérdida de la soberanía alimentaria y la desindustrialización. Le siguen ofreciendo también especializarse en las exportaciones de bienes primarios, recursos energéticos y minerales tales como el cobre y el litio, para ligarse al proceso de transición energética de los países del Norte.

Desde hace décadas, la región ha sido víctima del modelo económico promovido por el FMI y el Banco Mundial. Y los denominados gobiernos alternativos, que aparecen esporádicamente, no se han atrevido a hacer un replanteamiento de fondo de esta política. Así, los procesos de integración que podrían potenciar el desarrollo regional se encuentran en una muy difícil coyuntura.

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