La educación no cambia el mundo
cambia a las personas que van a cambiar el mundo.
Paulo Freire
El 2020 pasará a la historia de la humanidad como uno de los años más atípicos, producto del desarrollo de la pandemia del COVID-19, un extraño virus que desde China se fue expandiendo al resto del mundo hasta dejar aterradoras cifras: 59.135.379 de personas contagiadas y 1.396.068 de muertes según la OMS, hasta el 24 de noviembre. Trastocando la vida y cotidianidad de los seres humanos: actividades laborales, economía, hábitos de higiene, relacionamiento social y ambiental entre otros; uno de los más afectados ha sido la educación.
Para el caso colombiano, la tarde del domingo 15 de marzo sorprendió a maestros, estudiantes y padres de familia tras ser decretada la suspensión temporal de clases y días más tarde el inicio del aislamiento social, generando consigo un estado de incertidumbre porque no se tenía certeza sobre qué iba a pasar con la llegada del COVID-19 a Colombia, su propagación y los impactos en la cotidianidad. Tras un poco más de 8 meses, es importante poner de manifiesto algunos aprendizajes, retos y reflexiones para hacer un balance sobre el año escolar que está a punto de culminar:
La pandemia amplió las brechas de desigualdad educativa entre el sector público y el privado. Así como entre el campo y la ciudad, producto del desfinanciamiento de la educación; es importante recalcar que la pandemia no ha golpeado de la misma manera a los sectores populares en comparación con las capas sociales medias y altas. Aquí cabe retomar los planteamientos realizados por Boaventura de Sousa Santos (2020), quien señala “Cualquier cuarentena es siempre discriminatoria, más difícil para algunos grupos sociales que para otros, e imposible para un vasto grupo de cuidadores, cuya misión es hacer posible la cuarentena para toda la población” (pág.44).
En donde hay grupos sociales que han vivido la pandemia en condiciones difíciles (mujeres, ancianos, trabajadores precarizados, informales, llamados autónomos, vendedores ambulantes, personas en condición de discapacidad, inmigrantes, privados de la libertad, entre otros porque (…) son los grupos que tienen en común una vulnerabilidad especial que precede a la cuarentena y se agrava con ella. Tales grupos componen lo que denomino "el sur". En mi opinión, el sur no designa un espacio geográfico, sino un espacio-tiempo político, social y cultural (De Sousa Santos, 2020, pág 44).
- Los problemas estructurales del país (pobreza y desigualdad) se han visto reflejados en los procesos de aprendizaje, ante la inexistencia o precariedad de herramientas tecnológicas y acceso a internet. Ahondadas por problemas de alimentación y desempleo en los hogares de los estudiantes, símbolo de ello fueron los trapos rojos colgados en las ventanas de las barriadas populares. A su vez, la negligencia y mezquindad de un Estado que se negó a establecer una Renta Básica Universal para solventar los gastos vitales de las personas más pobres, la respuesta del gobierno Duque fue la creación del programa “giro solidario” con la asignación de 250.000 pesos, lo cual no responde a las necesidades básicas, especialmente para el 36%, es decir, a los 17.5 millones de colombinos que están en dicha situación.
- La tasa de deserción es histórica, según el Ministerio de Educación Nacional, el 1% de la totalidad de los estudiantes matriculados a inicio de año, es decir 102.880 estudiantes dejaron su proceso de formación, una cifra bastante mesurada, teniendo en cuenta la realidad socioeconómica de la escuela colombiana, debido a que muchos estudiantes tuvieron que ponerse a trabajar por problemas económicos, muchos más regresaron a Venezuela ante la falta de opciones laborales de sus padres, entre otros factores.
- La muestra de solidaridad entre miembros de la comunidad educativa durante las semanas más difíciles del aislamiento fue esencial, ejemplo de ello, fue la entrega de mercados, alimentos y acompañamiento humano a niños y padres de familia en tiempos de confinamiento.
- El compromiso de las maestras y maestros ha sido esencial para afrontar los más de 8 meses de confinamiento, debido a que en medio de la pandemia fueron apoyo emocional, espiritual y afectivo para estudiantes y familia; a pesar de los propios dolores, sentires y dificultades. Así mismo, obligó a cambiar las prácticas, metodologías y didácticas para responder (hasta donde fue posible) a las necesidades de los estudiantes y del momento histórico; no ha sido fácil pasar de la pizarra y la palabra a hacer uso de herramientas tecnológicas.
- Dentro del proceso, ha sido de vital importancia el acompañamiento realizado por las familias en el proceso educativo, debido a que padres y madres asumieron el reto de explicar, acompañar y formarse junto con sus hijos. Resulta particular el rol desarrollado por las madres, quienes a pesar de asumir roles como madres cabeza de familia, también acompañaron de manera especial a sus hijos, es por ello necesario realizar un reconocimiento especial.
- La vinculación y acompañamiento de las familias y el relacionamiento afectuoso con maestras y maestros ha permitido romper el distanciamiento creado por los formatos y muros construidos por la escuela tradicional.
- Abusos por parte de directivas de instituciones públicas y privadas con el fin de cumplir directrices, resoluciones y mandatos burocráticos de las Secretarías de Educación y el Ministerio de Educación, quienes pedían flexibilidad en el proceso de enseñanza y acompañamiento con los estudiantes, pero a los maestros exigían formatos, protocolos, planeaciones, desarrollo de reuniones, “capacitaciones” y largas jornadas laborales que por momentos no conducían a nada, ni respondían a las necesidades de la escuela y sus contextos. Generando estrés, agotamiento emocional e intelectual.
- Avances frente a la autonomía, cumplimiento de acuerdos y relacionamiento solidario entre maestros y estudiantes.
- Reconocimiento de la escuela como espacio de socialización y formación integral, que trasciende la lógica bancaria para la adquisición de unos conocimientos, muchos de los cuales son instrumentales y no son significativos para los estudiantes y sus realidades.
Retos y perspectivas para el 2021
- Inversión económica en infraestructura, y adecuación de las instalaciones de los colegios públicos para garantizar la llamada “alternancia” que habla el MEN, porque está en riesgo la vida.
- Es necesario garantizar la permanencia en condiciones dignas de los estudiantes.
- Planes de nivelación para los estudiantes que están en condición de deserción y aquellos que tuvieron procesos de formación intermitentes o frágiles. Aquí es vital el compromiso por parte de las familias para que sus hijos continúen su proceso de formación.
- Innovación pedagógica para responder al momento histórico y la realidad del mundo en el cual vivimos.
- Renta Básica Universal.
- Acompañamiento psicosocial para aquellos estudiantes y familias que se han visto afectados por la pandemia.
¡Que pare el genocidio!
Desde la firma del acuerdo de paz han sido asesinados 242 firmantes de la paz, también han sido asesinados más de 1.000 líderes y lideresas sociales.
Durante el año 2020 Colombia ha tenido 77 masacres.
Los profesores Bayron Revelo Insuasty (Nariño), y Douglas Mosquera Cortés (Risaralda) fueron asesinados el fin de semana por los señores de la guerra.
Referencias
De Sousa Santos, B. (2020). La cruel pedagogía del virus. (P. Vasile, Trad.) Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Clacso.