Respeto, valoro y creo firmemente en la firma del acuerdo de Paz con las FARC; soy consciente del avance y la importancia que esto reviste para el país, para las víctimas, para todos. Pero cuando veo en el día a día a cientos de niños abandonados, muriendo por desnutrición, trabajando en los semáforos; mujeres maltratadas, manipuladas por sus parejas y discriminadas; animalitos indefensos atacados y asesinados con sevicia; personas honestas y buenas trabajadoras desempleadas, senadores y concejales durmiendo en horas laborales, discriminación abierta por género, raza, credo, afinidad política y hasta modo de vestir, sumado a otros cientos de situaciones de injusticia, inequidad e impunidad, en medio de un Estado politiquero, que tiene mil argumentos para no subir el salario mínimo a un monto coherente y otros mil para subirlo desproporcionadamente a congresistas; con medios de comunicación manipuladores y subjetivos y corrupción a todo nivel, pienso en el significado e impulso que se está dando a La PAZ, al parecer encaminada contundentemente en una única dirección, con un solo actor... FARC.
Quizás en un tiempo futuro, dirigida a otro único actor, el ELN, y en cualquier caso, desviando y olvidando que el centro de atención debe ser aquello más visible, volver a lo básico, lo principal: el ciudadano de a pie, lo que denominamos "la gente del común", quienes si pee suelen ser los más afectados, las víctimas de la guerra, de la desigualdad y de todo.
Si bien es cierto que algunos hablan de la importancia y rol de la ciudadanía en la refrendación e implementación de los acuerdos de la Habana, (a los que deberíamos mejor referirnos como los acuerdos de Colombia) y su destacado papel en la construcción de La Paz, a veces parece que ello no va más allá de lo expresado en publicidad, en las palabras de dientes hacia afuera de más de un discurso político y uno que otro defensor de derechos humanos, pues con todo lo que pasa diariamente a nuestro alrededor, tan de frente, tan abiertamente, parecieran existir en Colombia dos mundos paralelos, el de la realidad difícil, y el de los "ideales falsos", en cualquier caso, ninguno muy alentador, por lo menos no para mi.
Por ello me pregunto, ¿y qué pasa con los buenos? los que nunca hemos matado, robado, los que somos honestos, los que vivimos de nuestros empleos, los que no andamos gritando en marchas y plantones: "que viva la Paz" pero creemos en ella, los que adoptamos animales de la calle, estudiamos con esfuerzo para poder trabajar y ganar lo justo... los que pagamos la gasolina a un precio de los más altos del mundo, los que pagamos el 4 x 1000 y cumplimos con nuestros impuestos... Los que somos mayoría, respetamos y valoramos la diferencia y las minorías.
Y qué pasa con los humildes, casi invisibles en las periferias de la ciudad, los que día a día llevan un café a tu escritorio sin recibir siquiera una expresión de gratitud, los que limpian tus baños, los que ganando un salario mínimo toda su vida han criado niños decentes, correctos y hasta han comprado una casita. Y qué pasa con los niños y jóvenes que esperan un mejor futuro pero están en un ambiente hostil, de pobreza, matoneo, drogas, inseguridad, miedo... sin opciones de acceso a buena educación, o a continuar con su educación para ser más competitivos, los que no tenemos plata.
No se ustedes, pero creo que es por estas personas por quienes también debemos hacer paz, construir paz, hablar de paz, invertir más, mejorar las condiciones sociales, laborales, económicas, de garantía y calidad de acceso a derechos.
Por ellos, por nosotros, como diría un amigo, por nosotros los "rasos" que no tenemos apellidos rimbombantes, no pertenecemos a familias prestigiosas por "cuna" política o suerte económica, pero somos buenas personas y queremos seguir siendo mejores, por nosotros ¡La Paz!, completa, con garantías amplias que también deberían quedar plasmadas en los acuerdos de paz, a ver si así nos dejamos de preguntar por qué somos tan indiferentes. Para mí es obvio, no estamos incluidos en nada y por ello terminan los mismos, con las mismas en los mismos lugares haciendo lo mismo y aún así pretendiendo ser ampliamente vinculantes.
La Paz es con todos y para todos, por ello la mayor Inversión del Estado debería ser para nosotros "los rasos".
Si el supuesto principio de los grupos hoy aún al margen de la ley se dio por impulso de salir del sistema, buscar justicia por mano propia, exigencia de derechos ante ausencia o debilidad de Estado y falta de oportunidades por inequidad social, pues entonces trabajemos desde la base y, con ella, con los ciudadanos comunes: niños, jóvenes, adultos mayores, para que la historia no se vuelva a repetir; para que realmente nos sintamos felices y orgullosos de ser colombianos, para que los alcances y triunfos de cada uno se sujeten en proporción al esfuerzo realizado y no a aspectos ligados a las "ventajas" de otros fuera de sus habilidades y capacidades, para volver a creer.
Que ningún niño o joven sienta que no sabe qué hacer por falta de oportunidades. Que el Estado, los Colegios y universidades, las empresas, los medios, la ciudadanía, se dirija al beneficio absoluto de nosotros, LOS RASOS QUE TAMBIÉN QUEREMOS PAZ.
@Clauciav1
