Cada día se pierde más y más control sobre lo que pasa en los 26 campamentos establecidos para acantonar a los excombatientes de las Farc. Las promesas incumplidas y la incertidumbre en materia de justicia han motivado la disidencia de muchos, sin duda, pero lo que nadie quiere admitir es que, de nuevo, lo que está reversando los avances en seguridad son las fuerzas naturales del mercado: el mercado ilegal de narcóticos, fortalecido por el crecimiento exponencial de los cultivos. Un mercado que se reacomoda violentamente luego de que las Farc abandonaran el patronazgo de los cocaleros en zonas críticas.
El cambio en la estrategia parecía inevitable en el marco de las negociaciones de paz. Siendo las Farc el ejército ilegal más poderoso y organizado que defendía este negocio ilegal, era de su interés que cualquier tregua implicara detener el asedio a sus bases de campesinos cocaleros. Con la salida de las Farc, es inevitable que esas comunidades se conviertan en objetivo militar: cada simpatizante de las Farc asesinado en las regiones era líder cocalero o miembro clave de asentamientos cocaleros que se han negado a cambiar de manos, y que venían denunciando amenazas y acoso.
La disidencia más grande de las Farc está compuesta por excombatientes del Frente Primero concentrados en municipalidades estratégicas de los departamentos del Meta, Guaviare y Guainía, y recibió refuerzos de disidencias de otros tres frentes hacia finales del año pasado. Se trata de carteles de narcotráfico que conservan la estructura militar y vertical de las Farc, y que están siendo liderados por antiguos comandantes. Uno de los objetivos de esta disidencia ha sido fomentar la deserción. Buscan el reclutamiento agresivo enviando mensajes a los campamentos y alertándolos de que se preparen para la pronta traición del gobierno. Un desmovilizado reportaba que se estaba hablando de que Germán Vargas llegaría en alianza con Álvaro Uribe al poder, y lo primero que ordenaría sería el bombardeo de las zonas de acantonamiento de las Farc. “Ya la comunidad internacional no se interesa por nosotros y estamos aquí parados haciendo nada”- comentaba otro desmovilizado.
Nadie dentro de la comandancia actual de las Farc
quiere reconocer el tamaño del problema de la deserción y las disidencias,
tampoco el gobierno
Nadie dentro de la comandancia actual de las Farc quiere reconocer el tamaño del problema de la deserción y las disidencias, tampoco el gobierno, pero la tensión en los campamentos crece y las noticias sobre el desarrollo de la Jurisdicción Especial para la Paz les conceden la razón.
La masacre en Tumaco no puede ser sorpresa para nadie. Se vienen produciendo una serie de masacres a cuentagotas, una campaña que inició alias Don Y en Tumaco, y luego su hermano (quien lo sucediera luego de que las mismas Farc lo asesinaran), y que ahora continúan un conjunto de disidencias asociadas en lo que se conoce como las Guerrillas Unidas del Pacífico, que vienen implementado una campaña de terror, limpieza social y presiones contra las comunidades cocaleras desde el año pasado. Tumaco es hoy la capital del narcotráfico, está completamente por fuera del control de las autoridades, y se convertirá en el centro de una disputa sangrienta entre todas las bandas y carteles que quieren apoderarse del puerto, incluyendo el ELN, que ha venido escalando sus actividades de terror en el departamento de Nariño.
La paz no ha significado nada para esas comunidades cocaleras
que ahora son el objetivo militar de todas las bandas criminales
que quieren hacerse con el control del negocio y las rutas
La paz no ha significado nada para esas comunidades cocaleras que se multiplicaron en todo el país durante los 6 años de negociaciones y que ahora son el objetivo militar de todas las bandas criminales que quieren hacerse con el control del negocio y las rutas. Esas comunidades eran la base social de las Farc y es inevitable que terminen bajo el control de quien se imponga a sangre y fuego. La estrategia de Bogotá es mandar fuerza pública y reciclar el mismo programa que ha fracasado por décadas: la sustitución de cultivos. El fracaso está asegurado sencillamente porque las condiciones no son distintas. La única manera de reversar la escalada de violencia que se avecina y de proteger los avances en materia de control de territorio, empieza por entender y competir efectivamente contra el mercado ilícito de drogas y el mercado de violencia que gobierna estas regiones apartadas y sin alternativas de desarrollo.