Muy mal hecho, de parte de la alcalde, el tratar de solucionar a "la machota", "feminota" u "homosexuanota" el problema de la proliferación de mototaxis y bicitaxis en Patio Bonito ─territorio del suroccidente de nuestra gran capital─, el de la conocida chirigota de ser el barrio de las dos mentiras: “ni es patio ni es bonito”.
Este superbarrio se encuentra en Kennedy, la localidad más poblada de "Bacatápolis". Ya debes saber que para mí este podría ser el toponímico de la capital, la cual por su aire acondicionado natural ─que siempre he visto como una ventaja─, algunos friolentos le dicen “La Nevera”.
Lo conozco como conozco otros.
Está a un lado de conjuntos-manzanas de El Tintal: Tintala, Santa Fe del Tintal y Prados de Castilla. En este último viví buen tiempo a principios de siglo, cuando se encontraba un aparcadero de camiones de basura donde hoy está la gigantesca Biblioteca Pública El Tintal Manuel Zapata Olivella.
Con respecto al nombre de la biblioteca, debo decirte que alcancé a asistir a una charla de dicho escritor loriquero. Entre otras cosas habló de su novela He visto la noche, en la que narra la discriminación que padece por ser negro en un aciago viaje al norte, travesía en la que alcanza a pasar la frontera de Méjico con Estados Unidos.
Dije «alcalde» sin usar el “alcaldesa” propio del controvertido lenguaje sexinclusivo que, como sabes, lleva a algunas y algunos, como a nuestra vicepresidente, a utilizar vocablos femeninos y masculinos de manera reiterativa y hasta cansona. En parte estoy de acuerdo con esto, y es así que creo pertinente usarlo.
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En especial con palabras cuyo singular termine en O. Verbigracia: las tenderas y los tenderos; los mecánicos y las mecánicas, etc. Lo contrario podría ser tenido en cuenta: la taxista, el taxisto; la economista, el economisto; la especialista, el especialista; la espía, el espío, etc. Esto tómalo como un ridículo extremismo retroidiomático: no lo digo en serio.
Es así que, siguiendo con esto de lo genérico-inclusivo, se debe mantener como tal toda palabra que en efecto termine en una letra diferente a la O. Ejemplos: el presidente, la presidente; el juez, la juez; el líder, la líder (eso de “lideresa” es toda una ligereza circunstanfláutica, y hasta da gracia, ¡je, je, je!). Por consiguiente: la alcalde Claudia López.
Por cierto y ya para terminar este lingüístico tema: hay palabras unisex terminadas en O, tales como miembro y testigo, términos que por regla de la RAE incluyen ambos géneros. ¿Deberíamos acuñar miembra y testiga?
Ahora sí a lo que venimos, al problema relativo al "ilegotaxismo", o sea al taxismo ilegal de marras.
Red+Noticias, en un video colgado en YouTube el 27 de julio de este año, nos informa sobre la detonante orden de la alcalde hecha con tonito autoritario-pendenciero desde la Avenida Cali ─los más puristas la nombran por el largo “Avenida Ciudad de Cali”─, de retirar a los trasportistas mencionados:
“…a nuestra policía que cada vez más vayamos sacando esos bicitaxis y mototaxis informales. Ya no hay justificación. Hace dos años y medio era porque no había suficientes rutas del SITP. Ya están las rutas, luego no hay justificación para que tengamos trasporte ilegal”.
En la misma noticia, usuarias y usuarios le dan tremendo mentís a la alcalde, argumentando que los transportistas informales cobran menos que un taxi o un bus, e igual llegan a sus destinos con un nivel razonable de eficiencia y seguridad. La verdad es que cuando estoy por ahí y debo ir al Tintal Plaza Centro Comercial ─no confundir con el cercano Centro Comercial Ciudad Tintal─, yo cojo uno de estos vehículos verificando, a ojo de buen cubero, que se vea aseado y que el conductor no tenga pinta de ñero.
Bueno, ¿qué se puede hacer? Estos problemas del rebusque masivo hay que tratarlos con guantes de seda. No se puede quitar de la noche a la mañana a los vendedores estacionarios y ambulantes de las calles, ni de las vías a estos trasportistas y sus medios de subsistencia.
Siempre es necesario escuchar a la contraparte.
La solución más precisa es que el nivel de vida de los moradores suba y les dé para tomar taxis o que los taxis formales bajen su tarifa mínima. Ambas cosas bien difíciles. Por tanto, el Estado no tiene ahora mismo forma de solucionar el problema.
¿Qué se puede hacer?
Por lo pronto, yo aconsejaría lo siguiente.
Tratar que estos conductores adquieran una mejor cultura (sería muy interesante que se organizaran mejor y suscribieran el compromiso de prestar libros de la Biblioteca aledaña; así estos trabajadores y familiares aumentarían su nivel de lectura literaria y podrían ser ciudadanas y ciudadanos mejor conocedores de la realidad). Tratar que tengan un curso de manejo en el Sena, y de otras profesiones. Tratar que tengan un uniforme.
Por lo que respecta a los vehículos, que tengan un logo y color identificable. Que determinen de manera clara el costo a determinados sitios y hasta dónde llegan. Que haya un censo de los mismos, de tal manera que se pueda estudiar a futuro el aumento o disminución de los mismos. Que autoridades persuasivas realicen revisiones de control, dando las recomendaciones del caso.
Y solucionemos las cosas con paz y sutilidad, no a las malas.