¿Nos quedó grande el país?
Opinión

¿Nos quedó grande el país?

¿No estaremos fallando seriamente como administradores de esta sociedad, cuando otros países, vecinos y no vecinos, nos están dejando en la cola de los menos buenos?

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marzo 29, 2016
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Probablemente es el efecto de una semana de cierta tranquilidad o el hecho de poder ver la situación del país desde lejos, pero surge una pregunta que puede ser incómoda pero tal vez realista: ¿Nos quedó grande el país? Con tantas posibilidades, claro está en medio de conflictos armados, son tan evidentes nuestras falencias cuando nos comparamos con países similares, que es muy fácil pasar de la complacencia a la crítica. A la complacencia porque con esa incapacidad de vivir en paz, el país ha avanzado y tiene islas de modernidad como muchas de las zonas de altos ingresos en las capitales del país.  Pero nadie puede negar para continuar con esa famosa frase del expresidente Clinton, que vivimos en medio de tantos sectores rezagados, tan lejos de los anteriormente señalados.

Una de las grandes diferencias que se observan en países más desarrollados es que existen en sus Estados, funcionarios de nivel medio que permanecen, tienen la historia de las instituciones y son de muy buen desempeño profesional. En Colombia, con excepciones que precisamente por ser diferentes siempre corren el peligro se ser despedidos, en cada gobierno o con cada nuevo jefe, se barre todo lo anterior, personas y proyectos. Es decir, aun dentro de las mismas administraciones, se pierde totalmente la continuidad y buenas ideas quedan en el olvido, para retomarlas como novedosas décadas después. Los que hemos tenido una larga trayectoria en el Estado conocemos perfectamente este gran desperdicio en la administración pública.

 

Es sorprendente ver como Chile, país que inspiró a Colombia,
e instituciones mundiales como el Fondo Monetario Internacional
empiezan a apartarse de lo que se creyó norma

 

También sorprende dolorosamente cómo, cuando cambian las teorías en instancias internacionales, en nuestro país muchos de nuestros tecnócratas se aferran al pasado que en su momento se tomó como la moda, lo último. Esto es particularmente cierto entre los economistas, especialmente aquellos que se creyeron iluminados cuando la ortodoxia se puso de moda hace dos o tres décadas. Es sorprendente ver como Chile, país que inspiró a Colombia, e instituciones mundiales como el Fondo Monetario Internacional, empiezan a apartarse de lo que se creyó norma y aceptan nuevos cauces muy parecidos a los que por años plantearon los que no creyeron ciegamente en esas teorías. No reconocen que se equivocaron pero hoy produce sorpresa y alegría ver al FMI muy preocupado por la desigualdad y aceptando que esta incide en el crecimiento y estabilidad macroeconómica. Pero más aún, plantea la necesidad de entender cómo la política macroeconómica incide sobre la desigualdad de ingresos. Atrás queda esa verdad que aún creen muchos de nuestros economistas que basta con los equilibrios macro para lograr la felicidad. ¿No estará en esa terquedad de aquellos que ostentan el poder, parte de nuestros problemas actuales?

Y hablando precisamente de la situación actual, esa incapacidad de nuestra dirigencia de aceptar fracasos, errores, y de anticiparse a los resultados para después afirmar que nos persiguen en el mundo, esta falta de objetividad para entender donde estamos, ¿no será parte de la explicación de por qué no nos va también como hemos pronosticado?

Así podríamos continuar hasta llegar a la triste conclusión de que este país maravilloso, del cual nos sentimos orgullosos, pero que no sabemos manejar, simplemente ¿nos quedó grande? Lo importante no es solo esta pregunta demoledora sino la gama de respuestas que podrían darse. Tan inteligentes, con tan buen español, tan trabajadores que decimos ser los colombianos, ¿no estaremos fallando seriamente como administradores de esta sociedad, cuando otros países, vecinos y no vecinos, nos están dejando en la cola de los menos buenos, como está sucediendo actualmente con nuestra inexplicable concentración de ingresos y de riqueza? Nos dejó atrás Brasil y Chile, con quienes compartíamos hasta hace poco esta deshonrosa posición, que ahora nos une con Honduras. Por frustrante que sea, es hora de hacernos esta reflexión: ¿Será que nos quedó grande el país?

 

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