“Me quedó un sinsabor amargo” es la ingeniosa frase de Totono Grisales que mejor describe lo que en este momento sentimos muchos fanáticos del fútbol. Durante más o menos 50 minutos vimos, allá en el horizonte, un Barça - Real en la final de la Champions. Lo palpamos, alcanzamos a imaginar el espectáculo; vimos el Estadio Olímpico de Berlín rebosante recibiendo la mejor final de la historia: Messi versus Ronaldo. El trofeo más importante de por medio. El partido de los partidos, la cima de nuestra larga trayectoria como hinchas.
Soñamos despiertos hasta el minuto 57. Un rechazo de Iker; Vidal la vuelve a meter al área, cabecea Pogba, la baja Morata y se nos acaba la ilusión. Cómo lo hicieron Bayern, Chelsea y Borussia Dortmund en los años anteriores, hoy Juventus nos dejó con las manos vacías. Hoy Real Madrid jugó mal y la Vecchia Signora hizo un partido realmente inteligente, teniendo en cuenta lo difícil que es ir a visitar el Santiago Bernabéu. Nadie brilló en el equipo merengue: los tres de arriba, la popular BBC, estuvo completamente desconectada, James no apareció, lo poco que hizo Isco fue completamente inútil y Kroos no es un jugador capaz de marcar la diferencia. Marcelo es el único nombre rescatable del local. Ahora solo nos queda descargar nuestra impotencia contra los 11 en los que habíamos puesto todas nuestras esperanzas: “Se le acabó el ciclo a Casillas”, “¿quién pagó 100 millones por Bale?”, “este equipo no es el mismo sin Di María”, “Cristiano desaparece en los grandes partidos”. Tal vez sí, tal vez no. Lo único que sabemos a ciencia cierta en este momento es que el 6 de junio veremos un Barcelona - Juventus (partidazo) sin la magia, la mística, el morbo y la tensión inigualable que envuelve a cada clásico español. Nos quedamos con las ganas.
No todo es malo. Disfrutaremos de una final emocionante, un partido tremendo, y algún día, tarde o temprano el sueño se nos va a cumplir. La ilusión sigue intacta. La próxima temporada volveremos a ver los 125 partidos de la Champions League con la esperanza de que nuestra dedicación y nuestra paciencia se vea recompensada con un Barça - Real en el último juego. Después podremos descansar en paz.
