¿Podremos salir del maltrato al adversario político en Colombia? ¿De la cultura del espejo retrovisor aplicada por cada gobernante? ¿Del síndrome de los mesías redentores y refundadores de la patria?
Los líderes políticos, de derecha o de izquierda, escogen hoy entre los comportamientos tipo Trump, por un lado, y las normas del respeto por el adversario y por el sistema democrático, por otro.
La semana que pasó da algunas puntadas de esperanza por lo ocurrido en el Reino Unido y en Francia.
El modelo Trump atrae a políticos de la derecha y la izquierda en todo el mundo: desconocer resultados electorales, ofender a los adversarios políticos, mentir sin rubor, favorecer a los amigos, copar los órganos máximos de la justicia con magistrados seguidores, descalificar a los medios de comunicación, golpear el sistema democrático. Parece ser una fórmula efectiva para aspirantes a caudillos y mesías redentores. De izquierda o derecha.
Hay, sin embargo y por fortuna, ejemplos de respeto y defensa de la democracia de los que quizás podamos aprender algo.
En primer lugar, las palabras del nuevo primer ministro del Reino Unido, el laborista Keir Starmer. Después de la paliza que su partido les dio a los conservadores (412 escaños en la Cámara de los Comunes vs. 121, un 63% del total), la soberbia hubiera sido natural.
Después de las estridencias de largos años de parte de los dirigentes que llevaron al Reino Unido al brexit, de comportamientos escandalosos de primeros ministros como Boris Johnson, Starmer, hijo de un obrero metalmecánico, anuncia que emprenderá una política de cambio convocando a todos los ciudadanos, de todas las tendencias políticas. No solo a los de su partido.
El detalle que más me llamó la atención fue la forma de referirse a su antecesor, Rishi Sunak. Y las palabras del saliente
El detalle que más me llamó la atención fue la forma de referirse a su antecesor, Rishi Sunak: “Quiero reconocer aquí la dedicación y el duro trabajo que Rishi Sunak incorporó a su liderazgo”. Y las palabras del saliente: “Su éxito será el éxito de todos nosotros… A presar de los desacuerdos expresados durante la campaña, creo que es un hombre decente y con vocación de servicio público al que respeto”.
Recordemos el respeto recíproco entre Piñera y Bachelet, de orillas opuestas, en las entregas de poder, también recíprocas, en Chile. O, también, la actitud del presidente Boric, de izquierda, en la velación de Piñera, adalid de la derecha chilena, reconociéndolo como un demócrata y haciendo guardia ante su féretro.
Segundo, lo de ayer en Francia fue sorprendente por razones diferentes.
Hace una semana, al conocerse los resultados de la primera vuelta de las elecciones legislativas, Reagrupamiento Nacional, el movimiento de extrema derecha liderado por Marine Le Pen se veía ya en el poder, con la certeza de que la segunda vuelta les daría la mayoría suficiente para gobernar. La coalición de Macron había sido derrotada y desplazada al tercer lugar y la del Nuevo Frente Popular (NFP), coalición de movimientos y partidos de izquierda, había clasificado de segunda.
El desafío para frenar a la extrema derecha, en ascenso, era complejo. Las elecciones para la Asamblea Nacional ocurren en 577 circunscricpiones. Las coaliciones para derrotar a la extrema derecha debían darse en el terreno local.
Sorpresa: pese a que el movimiento de Le Pen ha avanzado a pasos de gigante, quedó de tercero y el ganador fue el NFP.
Lo de aprender acá es algo simple: la alianza de partidos del NFP, que se contruyó a la velocidad del rayo, tuvo como eje el acuerdo entre los coaligados alrededor de un programa. Y no alrededor de caudillo alguno. En ello radica la enseñanza para nosotros los colombianos, tan proclives a los salvadores y refundadores de la patria.
Difícil, desde luego, la gobernabilidad en la Asamblea Nacional y, por ende, la construcción de apoyo para un nuevo primer ministro, amén de la relación con un impopular Macron que será presidente hasta 2027, cuando ninguna coalición tiene la mayoría. No sabemos si lo corriente será la inestabilidad oi si se puede construir alianza entre las alianzas, contexto totalemnte diferente al de la comodísima ventaja del laborismo en la Cámara de los Comunes.
Lo que se rescata: Reino Unido ofrece un ejemplo de respeto y sencillez de parte del nuevo primer ministro, del propósito de gobernar con y para todos. En el caso de Francia, el éxito electoral de una coalición construida a partir de un programa y no de un caudillo.
¿Aprenderemos en Colombia?