Debido a la escasez en mi alacena y a la reglamentación de cédulas, hoy tuve que ir al supermercado. No fue una decisión fácil, pues mi cuarentena es obligatoria y la estoy ejerciendo con conciencia voluntaria. Pues bien, mientras caminaba hacia la tienda y veía a tantos afuera no podía evitar preguntarme: ¿nos merecemos lo que está pasando?... Luego en la tienda lo confirmé: nos merecemos lo que está pasando...
Al señor energúmeno que gritaba en la fila "dejen la payasada que de algo nos tenemos que morir", la empleada de la peluquería que insultó al vigilante porque no la dejó ingresar porque su cédula no correspondía y ella sólo iba "a acompañar a la amiga", al que le dijo estúpido al muchacho de las verduras porque no se quiso quitar el tapabocas "para explicarle bien", y así... a cada una de esas personas que desafían el orden y la disciplina les debemos el caos del mundo (pasando de lo cotidiano a lo macro)...
Hoy me cuestioné si no estaremos romantizando la pobreza, cuando apelamos por los que no tienen nada para esta época y el gobierno les consigna subsidio con ayuda extra y en las cajas del supermercado la cajera les cuestiona por las dos o tres botellas de licor contenidas en su compra...
El mundo quería un respiro de esta raza arrogante y dañina que pasa por encima de todo arrasando, desconociendo el espacio del otro o de lo otro en la tierra. El mundo quiere un respiro de esta humanidad tóxica... Solo espero que en este desespero la misericordia del universo se manifieste en el amor de Dios bueno, solo una gran misericordia nos abrazará sin merecerlo.