La protección que buscamos en el refugio de nuestro hogar me ha permitido reflexiones que de otra manera no hubiese elucubrado. Hablo de los agüeros que, donde siga este encierro de susto que nos tiene encaletados, van a pasar a ser parte de los recuerdos de “otras épocas”.
Por ejemplo: la escoba está aburrida en el rincón de los trebejos esperando que vuelva a ser usada para espantar aquellas visitas indeseables. Porque para que lo sepan, para que aquellos visitantes que no nos gustaban no regresaran a casa, no es sino barrer el lugar por donde entraron y parar la escoba detrás de la puerta y santo remedio. Hoy debido a que a nadie se le puede abrir la puerta de la casa esta práctica será condenada al olvido.
Aquella creencia de que para viajar en avión se debe llevar un par de plumas de paloma para que haya un buen vuelo, sabrá Mandrake cuándo la podremos volver a hacer, porque por el momento lo único que está volando es nuestra imaginación... ah sí, y algunos vuelos humanitarios.
Otro agüero que se practicaba con frecuencia y con mucha convicción era el de derramar el primer trago de aguardiente y ofrecérselo a las animas con el fin de que uno no se pierda en el camino de regreso a la casa después de la fiesta, pero ahora ni modo: para ir de la sala al cuarto de dormir ya lo hago hasta con los ojos cerrados.
Me he pasado horas enteras mirando desde la ventana a ver si pasa un trasteo para que me traiga buena suerte y lo único que pasa es el señor que vende pomada de coca y marihuana…
Cada que se me cae un tenedor al suelo meto carrera para la puerta a ver si aparece la mujer que dicen que debe llegar a casa y nada…
La semana pasada me empezó de repente una comezón en la mano derecha y justo como a las dos horas… anunciaron el programa de Ingreso Solidario. “Funciona esto", pensé, pues siempre había escuchado decir que si le pica a uno la palma de la mano derecha es que le va a llegar un dinerito. Pues yo, como miles de colombianos, no figuré entre los tres millones de hogares que resultaron favorecidos.
Hasta ahora lo único que me esta funcionado es que cada rato se me pone la oreja caliente y roja y ya no sé si es porque me la paso acostado de lado o porque de verdad alguien esta hablando mal de mí, pero no me importa.
Se me han caído las pestañas y no he podido ponerla en mi pulgar para presionarla con el pulgar de alguien a ver a quién le llega la buena suerte.
Ya cuando se me cae algo de las manos ni siquiera me preocupo por saber porque letra empieza el nombre de la persona que me están pensando, pues de un salto tiro lo caído en una ponchera que tengo con agua, jabón y una cucharadita de límpido, por si las moscas.
Lo que sí estoy haciendo para atraer la buena suerte y para limpiar la casa de alguna infección son sahumerios con unas ramas de eucalipto que le compré a un muchacho que me dijo: “oiga, señor, cómpreme estas ramitas de eucalipto que son bacanas para limpiar la casa”. Me han parecido maravillosos estos sahumerios porque cada que los hago me da una risa…