Mujeres defensoras de la Madre Tierra marcharon en el municipio de Mocoa Putumayo, exigiendo respeto y consciencia hacía el territorio ante los interés de empresas extractivistas de explotar minerales en medio de la andinoamazonía colombiana.
“Una madre no se vende, se respeta y se defiende” fue uno de los mensajes que madres, abuelas, mujeres, jóvenes, campesinas e indígenas de los pueblos inga y Nasa del municipio de Mocoa pregonaron en la marcha que se realizó el domingo 14 de mayo día de la madre en Colombia como rechazo a la violencia hacia las mujeres y al cuerpo territorio de la Tierra, esto a raíz del interés de la multinacional Libero Cobre de explotar diversos minerales en el territorio.
El recorrido que se realizó desde la estación de combustible de Las villas, salida a Pitalito, hasta el Parque general Santander, estuvo acompañado de la lluvia que caracteriza la capital del Putumayo, riqueza hídrica que está en riesgo y que motivó al colectivo Hijas de la Madre Tierra, conformado por 14 mujeres del municipio a impulsar una marcha con mensajes y pancartas para hacer consciencia por la vida de la “gran Madre”.
Entre las voces destacadas está Soraida Chindoy, indígena Inga quien llevaba consigo un canasto que estaba inspirado en las palabras y el pensamiento de su madre Concepción Buesaquillo, médica tradicional y partera reconocida en Condagua. “Cuando nacía un hijo corría a sembrar la placenta para darle al bebe su origen, el caminar y las raíces. Porque la fuerza es el ombligo que se queda en la tierra para acompañarnos en estos procesos” Dice su hija. Además su madre tuvo 10 hijos y procuró enseñarles, de acuerdo a sus leyes de origen, las prácticas y cuidados hacía la gran Madre. Una de esas enseñanzas es el tejido.
“Ella cuando hacía los canastos decía que entre más nudo haya mayor es la fuerza. Antes de venir a la marcha, la vi en la foto que está en mi sala y tomé el canasto con el objetivo de tejer con la comunidad” Dice la lideresa que tiene tres hijos y quien hace un llamado a las madres: “Enseñemos desde el hogar a sembrar conciencia a las futuras generaciones para que no caigan en esa debilidad de esos pensamientos de destrucción a un planeta que nos da todo, la tierra es el único hogar que tenemos”. Explica.
A este sentir se suma la mayora María Bernánda Chindoy, indígena del cabildo Inga de Condagua. Ella es madre de 6 hijos y abuela de 12 nietos. A pesar de haber trabajado más de 22 años como docente de primera infancia dice que le preocupa que las futuras generaciones pierdan su identidad “Si se pierde la cultura se pierde no sólo el cuidado de la tierra, se pierde todo. La medicina, el alimento, todo” agrega que esto sucede porque les da vergüenza hablar su lengua y vivir su cultura.
Las mujeres indígenas, especialmente las madres tienen un papel importante en la transmisión de conocimientos que están íntimamente relacionados con el buen vivir con la Alpa mama (Madre Tierra) como llaman en su lengua materna. Les preocupa el desarraigo y a esto se suman las voces de hombres que también acompañan la marcha: “Ya a nadie parece interesarle la Madre Tierra, sino solo estar en su lote y en su casa y no miran lo demás, el resto hay que protegerlo. No sólo de lo que se es dueño, sino de todo” Comenta Carlos Bolivar, guardia indígena Kamëntsá del Cabildo José Homero.
Además, hizo un llamado a los hombres a acompañar a las mujeres en el cuidado del territorio “las mujeres siempre han sido las dadoras de vida y si uno no va de la mano de las mujeres no estamos en nada, no va a ver futuro, no va a ver vida, entonces tenemos que protegernos entre todos para estar y vivir bien¨ Dice mientras camina llevando junto con su pequeño hijo la bandera de Colombia.
Entre otros marchantes, estuvo Alexandro Medina, Concejal de la ciudad quien recordó que la vida en Mocoa se encuentra en amenaza latente por el extractivismo y la megamineria porque estamos sobre montañas de gran valor biológico “Nosotros buscamos que este territorio sea para turismo y no socavones para la minería como busca la multinacional”. Explica mientras esperan que la ciudad avance en la definición de su futuro Plan Básico de ordenamiento Territorial –PBOT y a través de este documento administrativo se siga reforzando la protección y el derecho a un ambiente sano para las comunidades.
En la marcha también se hizo evidente la preocupación de los jóvenes, allí estuvo Andrea Carolina Sánchez, consejera municipal de juventudes, voluntaria y activista desde los 13 años gracias a su mamá. “Ella me trajo a este espacio y yo estoy muy orgullosa de ella, admiro su empatía por las personas, el defender las causas y su fuerza para defender a los demás. Explica mientras le da un abrazo a su mamá quien carga consigo una bandera. “Ella tuvo 4 hijos, yo soy la menor. Siento que falta más educación y me preocupa la desinformación sobre el tema minero. Aquí nos quieren hacer creer que la economía es la megaminería cuando siempre hemos vivido en este territorio de otras cosas” Dice la joven.
A ese llamado se suma Carlos porque sabe que es vital que las nuevas generaciones hereden y asuman el territorio “Las generaciones nuevas por mucho estudio que tengan, al exterior o donde sean, yo les digo que no se olviden de dónde son y no sólo se estudia para estar en favor de las partes de arriba sino de la tierra, de conocer las plantas, los animales y el territorio para proteger y elevar una voz de protesta. No que sólo vengan a extraer sino a proteger a la gente y los nativos que somos porque los indígenas estamos en vía de extinción” Señala el guardia indígena.
Entre otras ciudadanas, que expresaron preferir no ser mencionadas, les preocupa el silencio de mucha gente de la comunidad “Aquí se tiene miedo a “incomodar” a la empresa o quienes están a favor de la empresa, porque está tomando el papel de lo que el Estado no está respondiendo, y como hay necesidades económicas la gente deja que las cosas pasen y prefieren no hablar. Es triste porque además las universidades no están para la vida, no están acompañando a las comunidades de la amazonía, uno ve que ha venido la Universidad de los Andes, la Universidad de Antioquia, la Universidad Nacional y el Instituto Tecnológico del Putumayo relacionándose con la empresa, ¿y la gente?”
Luego del recorrido por la Avenida Colombia, las personas llegaron sobre el mediodía al parque principal de Mocoa, y en medio de una llovizna, Soraida pusó el canasto que llevó en el centro del lugar donde se congregó la gente y empezó simbólicamente, como le enseñó su madre, a tejer con la comunidad. Cada participante expresó en público su compromiso, agradecimiento o reclamo sobre la situación que vive Mocoa y luego se dispuso a poner una hoja de una planta alrededor del canasto formando entre todos un mandala. Luego entre parejas tomaron las lanas que salían del canasto y crearon nudos.
“Así deben ser los tejidos comunitarios y eso nos lo enseñan nuestras aves, los Mochileros, a tejer” Dice Soraida quien junto con las Hijas de la Madre Tierra alzaron el tejido que soportaba al canasto y el que llevaba consigo piedras del territorio. Luego las Hijas de la Tierra danzaron en círculo y elevaron el tejido que se había realizado en agradecimiento al territorio y al encuentro.
Soraida al final recogió el tejido: “Esto es un comienzo” dijo mientras veía la lana que había sobrado y sabiamente agregó: “al canasto le falta mucho por tejer”.
Conoce más sobre este conflicto socioambiental en @LaMingaKiwe
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