Sí. Podrán estar en crisis los diálogos de La Habana, pero debemos reaccionar antes de que aumenten las alteraciones y trastornos de nuestros procesos cognitivos y afectivos. Estamos expuestos de manera constante a titulares con la palabra ‘paz’, pero en realidad lo que se desarrollan son lenguajes que además de polarizar, dividir y violentar, disminuyen progresivamente nuestra salud mental. Si piensa que esta alerta es exagerada, no siga leyendo; pero antes de abandonar estas reflexiones no olvide lo siguiente:
- En La Habana se intenta negociar un cese de hostilidades con las Farc. No construir la paz. Eso viene después y, por esta razón, usted no puede permitir que su mente asocie la palabra paz con todo lo que sucede en La Habana. Allá se discute un conflicto armado interno. Si no lo cree, indague sobre el impacto de la programación neurolingüística; aquí su mente ya puede estar delirando.
- Si le mezclan los temas, trate de separarlos. Es inevitable. Los medios seguirán utilizando la palabra paz cuando realmente están hablando de guerra, y esta manía es tan vieja como la guerra misma. De allí que hoy se habla de paz negativa, caso en el cual de manera errónea se interpreta que la paz se da sólo con la ausencia de la guerra. Aquí, si no separamos, podemos enfrentar un trastorno de bipolaridad.
- La paz que vende, pero porque enciende. Santos dijo, Uribe respondió, Ordoñez replicó, Parody ardió, José Obdulio incineró y Zuluaga chamuscó. Así estamos y así no podemos seguir. Es completamente incendiario lo que vienen haciendo personajes públicos y si ellos no desean transformar sus discursos, nosotros sí debemos hacerlo. De lo contrario, fácilmente caeremos en fuertes trastornos de ansiedad y pánico.
- Hablar de paz, debe generar paz. Todas y todos en Colombia tenemos una opinión frente al proceso de La Habana, pero no por ello debemos armar nuestras posiciones con lenguajes violentos que sólo generan rencores, odios y polarizaciones. Aquí el problema puede ser más grave; el trastorno puede desembocar en fobias a amistades, parejas y conocidos, lo que directamente puede llevarlo a trastornos sociales y sexuales. Y bueno, en este escenario se potencian las adicciones.
- La paz está más cerca de lo que se piensa. Como todo el tiempo nos están diciendo que estamos lejos de la paz, nos olvidamos de que muchas veces dormimos en paz, comemos en paz, disfrutamos en paz, compartimos en paz… Además, olvidamos que el vecino, la colega, el tendero, la secretaria, la vigilante y el mensajero, son agentes de paz. Olvidar esto puede llevarnos a una depresión por soledad crónica.
Debemos reaccionar. Es sano y necesario que tengamos una posición crítica frente a lo que sucede en el país, pero no podemos seguir enloqueciendo con lo que supuestamente es la paz.
Si estamos de acuerdo con el proceso de La Habana, es oportuno desarmar el lenguaje para contribuir a la etapa de refrendación. Si no estamos de acuerdo, es igualmente oportuno situar las discusiones con respeto y argumentos, para no replicar las mismas formas de violencia que tanto criticamos. Si nuestros análisis contienen muchos matices, con más razón; el primer paso para llegar al consenso es reconocer las posiciones diversas.
Si usted lo que quiere es guerra y violencia, busque ayuda profesional.
Aquí queremos estar en armonía y tranquilidad; y por consiguiente, si tenemos que enloquecer, que sea por la felicidad que produce la paz. La paz de verdad.