Resulta curioso analizar cómo funciona o se ve la política en Colombia, pero no tanto como la observan los académicos o los cuerpos institucionales en que esta se materializa, sino a la luz de los ojos de todos los colombianos. Es impresionante observar en las calles, en el transporte público, incluso en las universidades, cómo todas las personas cuando les interesa un tema se apropian de él, como por ejemplo el fútbol. Cualquier persona sabe casi a la perfección cómo va Colombia, cuántos jugadores tiene la Selección, en qué posición juega cada uno, quién lo hace bien y quién no. Saben también cuántos puntos son necesarios para llegar al mundial y cuáles son los rivales más difíciles. ¿Y la política?
Colombia ha venido atravesando una cantidad de problemáticas difíciles a lo largo de su historia, como la violencia, el narcotráfico, la falta de oportunidades y la ausencia de Estado. Sin embargo, hay uno en especial que siempre ha acompañado a los mencionados anteriormente —desde la separación de Panamá hasta los escándalos que al día de hoy tienen una noticia nueva—: la corrupción. Ese fenómeno que lo único que ha logrado es derrumbar el país poco a poco, ya que el dinero que circula en estas redes ilegales no tiene más que un solo origen, el bolsillo de todos los colombianos.
No obstante, lo más preocupante es que a la mayoría de la gente no parece interesarle, lo cual se demuestra: al no informarse de manera correcta; creer lo que dice cualquier persona sin analizar sus palabras; simplemente no leer un libro e incluso no tener conciencia de lo poderoso que es el voto. Sería bueno escuchar además de cómo va la selección Colombia u otros deportistas de nuestro país, que de por sí no es nada malo, cómo va la política, qué hacen con mis impuestos, quiénes son los candidatos a las elecciones del 2018, por quién votaría, etc.
Para mí fue complicado entender cómo un día en el transporte público, en horas de la noche, dos vendedores de dulces, después de su rutina, en el bus se sientan cerca de mí y hasta antes de bajarme solo hablaban de cómo iba el partido. Pensé sinceramente que lo primero que se preguntarían sería: ¿hermano cómo le fue?, ¿lo que vendió hoy le alcanza para la comida? Pero no, muy probablemente ninguno lo hizo. Así que supongo que mucho menos les interesaba hablar de política. Claro, dirían algo como: ¿Cómo me voy a preocupar por lo que hacen allá arriba cuando ni siquiera sé qué voy a desayunar mañana? Lo que en verdad no sabían esos dos muchachos y lo mismo que ocurre con muchas personas es que ignoran cómo nos afecta a todos lo que hacen o piensan esos que están allá arriba y el motivo por el que llegaron.
A lo mejor en Colombia las personas tenemos que aprender a priorizar las cosas que en verdad son importantes como educación, ciencia, salud y una mejor calidad de vida; en lugar de otras cosas que son importantes, pero secundarias. En el momento de elegir es mejor escoger a una persona que de verdad se preocupe por esas necesidades y se rodee de un equipo que también las comparta, sin tener en cuenta sus creencias religiosas, su orientación sexual o su raza, sino sus principios. Necesitamos un líder que se preocupe por las cosas que de verdad importan.