El pasado 29 de noviembre del presente año cambiaron las tornas en el país en cuanto al mapa político se refiere, pues en las elecciones regionales, las piezas del ajedrez de la política se movieron a destajo y a placer para beneficiar a unos y para darle más de un dolor de cabeza al otro.
Así, en dichas justas electorales, aquel que tendrá jaquecas de forma frecuente a consecuencia de su perdida de poderío y la disminución de su profusa megalomanía, es el presidente Gustavo Petro, pues el movimiento de las piezas en el ajedrez de la política mostró un jaque mate en su contra, fruto del desparpajo de gobierno, que a retazos y con más desaciertos que aciertos, ha venido haciendo.
Consecuencialmente, es presumible que para el hoy pensativo presidente, las barridas que ocasionaron a su partido los señores: Federico Gutiérrez en Medellín con el 70% de los votos; Alejandro Éder, candidato independiente de la ciudad de Cali que se coronó como alcalde con el 40% de la votación; Jaime Beltrán en Bucaramanga quien duplicó la votación de su contrincante; Alejandro Char con su votación histórica del 64% sobre el candidato respaldado por el gobierno en la ciudad de Barranquilla y la ocasionada por el señor Dumek Turbay Paz con los 145.235 votos sobre Julio Bejarano, militante del pacto histórico. Causan hoy en la casa de Nariño un sentimiento de incredulidad e indefensión ante un panorama de despertar poblacional.
La precaria situación política del partido de gobierno en estas elecciones regionales, el cual solamente ganó en 32 departamentos y 21 alcaldías de más de 1.100 en disputa, muestra una tendencia a la derecha y a la centroderecha, que en resumidas cuentas, no cae nada bien en la casa de Nariño, pues esto es sinónimo que se les está acabando el teatro y deben de forma urgente cambiar el discurso megalómano y despótico por uno más conciliador y mesurado.
El despertar de un pueblo oprimido hace ya más de un año por utopías inocuas propugnadas por un gobierno sectario, es una fuerza inexorablemente indefendible, y esto ha quedado demostrado con las elecciones regionales del 2023.
Así, con paso lento pero seguro, nos convertimos en un país de opinión sin importar de que a los periodistas les cierren las bocas, porque en las urnas vamos dando nuestros primeros pininos para convertirnos en una nación anti utópica y verdaderamente racional que no hace caso a los megalómanos deseos de un líder con un egocentrismo nunca antes visto en un gobernante de este gran país; señor presidente, si no quiere que esto se le vuelva un arroz con mango, sírvase convertirse un buen conciliador y en un mejor gobernante.