Pareciera que sí de acuerdo al inicio de una nota en El Tiempo (29 de mayo, 2015): “Desde 1990 el cáncer de próstata se ha multiplicado por cuatro y el de seno por tres…”. La cosa no es tan simple como una multiplicación por números redondos. Frecuentemente le pregunten a uno ¿por qué ahora a todo el mundo le da cáncer? Quizás las personas esperan una respuesta que reafirme sus obsesiones o miedos: se debe a las antenas repetidoras, a los cables de conducción eléctrica, al uso del celular cerca de la cabeza, a los hornos de microondas o las gaseosas oscuras, etc. Pero no hay evidencia científica para ningunas de esas populares causas. Probablemente lo que está ocurriendo es un aumento del promedio de vida en todo el mundo con más personas entrando en la tercera edad cuando son más frecuentes las neoplasias malignas. Además los sistemas de salud, buenos o malos, han ampliado su cobertura y la tecnología médica ha mejorado aumentando consecuentemente los diagnósticos.
Notemos también que vivimos en una sociedad con patológica afición a las noticias malas y apocalípticas. El siglo XX con sus hecatombes y holocaustos, reales o profetizados como la guerra nuclear, nos dejó esperando el fin del mundo en cualquier momento. En este contexto es posible pensar que estamos perdiendo “la guerra contra el cáncer”. Pero el cáncer no es una guerra ni nadie nos está atacando con un bombardeo de células cancerosas. Discutí el peligroso uso de metáforas sociales para problemas médicos en una columna anterior. Insisto ahora en el específico problema de cierta percepción social de la mortalidad oncológica pues ver ésta como una “batalla” perdida incide en la sobrevivencia del paciente con cáncer.
“¿Cuándo hemos oído que alguien perdió la batalla con su enfermedad cardíaca? ¿O con su accidente de carro? ¿O con su derrame masivo? Los pacientes en esas circunstancias simplemente han muerto. El paciente que muere de cáncer, como quien muere del corazón,ha muerto y punto”, escriben unos investigadores del MD Anderson de Houston recientemente en JAMA Oncology (abril, 2015). Pensar que el cáncer nos está matando en una guerra puede ser, como se dice en inglés, una profecía autocumplida. O llenarse de energía negativa como se dice ahora.
Las neoplasias malignas siguen un camino biológico, una vía de desarrollo celular, que está con nosotros muchas veces desde que nacemos, en nuestros genes, y que perdemos el poder de controlar cuando irremediablemente envejecemos. O por nuestro “envejecedor” estilo de vida. Fumar por ejemplo está asociado o causa doce tipos diferentes de cáncer, nos informa la revista Time (junio 15, 2015. A pesar de eso el 27 % de la población de China, unos 350 millones de personas, siguen fumando igual que muchos otros en el mundo.
Pero el único peligro de nuestro estilo de vida no son los cigarrillos: el tener una piel bronceada por exposición exagerada a la irradiación solar es considerado un signo de belleza y salud a pesar de su clara asociación con aumento del cáncer de piel. Investigaciones recientes muestran que la piel de personas maduras (maduradas y envejecidas al sol diría yo) es una “colcha de clonas” cancerígenas con más de una cuarta parte de las células presentando mutaciones somáticas que van ya camino al cáncer. ¡Nuestra pobre piel está a punto de explotar en decenas de neoplasias y seguimos tomando “baños” de sol para vernos mejor! No, el cáncer no nos está matando, nuestro estilo de vida sí nos está matando.
Ahora bien, nuestro astuto cerebro encuentra siempre manera de justificar nuestro estilo de vida y prejuicios culturales. Mencioné arriba el problema de China y el tabaquismo por otra historia reportada en la BBC (17 de junio, 2015). En el último Congreso Mundial de Dermatología en Canadá se presentó evidencia de genes protectores del envejecimiento en la piel humana. Esta característica heredada es más frecuente en personas de piel morena. En China la palidez ha sido considerada tradicionalmente signo de belleza y estos hallazgos científicos se replicaron viralmente en redes sociales. Aumentó entonces la apreciación social de la piel bronceada. La BBC concluye afirmando que las cámaras bronceadoras se hacen cada vez más populares. Todo esto aumentará contrariamente la prevalencia del cáncer de piel. Como ocurrió en Inglaterra tras la popularización de vacaciones de verano baratas en España desde los años sesenta del siglo pasado.
En resumen no nos está matando el cáncer, repito, sino cada día somos más los viejos y más viejos y no sabemos envejecer sanamente. Pues ilusa y tercamente no queremos envejecer. Deberíamos meditar cuidadosamente los versos de ese gran poeta español Don Jaime Gil de Biedma:
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra
