¿Nos está matando el amor? ¿Qué puede decirnos la literatura sobre sexualidad y violencia?

¿Nos está matando el amor? ¿Qué puede decirnos la literatura sobre sexualidad y violencia?

La violencia machista no para. Se necesitaban estudios como el que aparece recientemente en el libro 'Crónica de un amor terrible', de Nadia Celis Salgado.

Por: David Navarro Mejia/Nevis Balanta Castilla
abril 18, 2023
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¿Nos está matando el amor? ¿Qué puede decirnos la literatura sobre sexualidad y violencia?

La violencia machista en Colombia (mal llamada en términos generales como violencia de género) cobra cada vez más víctimas, pero solo cuando las mujeres mueren, o cuando éstas tienen una figuración pública notoria porque nutren una especie de crónica roja ligera en la prensa. De ahí la importancia de que se estudie con más amplitud el fenómeno y se divulguen estudios como el que apareció recientemente en el libro Crónica de un amor terrible, de Nadia Celis Salgado. Un libro que creemos dará de qué hablar por la sola intencionalidad que busca: interpretar en clave feminista, la violencia a que se someten las mujeres en nombre del amor, y que se revela en una de las novelas emblemáticas de Gabriel García Márquez: Crónica de una muerte anunciada.

Si bien Celis parte de varios interrogantes en los que sostiene la interpretación que hace de la novela de nuestro nobel de literatura, la verdadera pregunta que pretende responder es “¿qué puede decirnos la historia de la muerte de Cayetano y la condena de Margarita a los lectores del siglo XXI sobre nuestras maneras de entender a los hombres, las mujeres, la sexualidad, la violencia y el amor? Un interrogante que calza, sin duda, en el marco de interpretación que permite la novela para buscar en ella representaciones del machismo y del sistema patriarcal que Nadia Celis pone como pilar que explica la historia del amor terrible que padeció en vida la protagonista de la historia real, Margarita Chica, o Ángela Vicario, en la ficción de la novela.

De entrada, esta premisa de Crónica de un amor terrible ya resulta problemática, en tanto le adjudica a la materia literaria un estatus de verdad nacida del conocimiento, valores y creencias de García Márquez, cuando es ampliamente aceptado por los creadores literarios y por la teoría y la crítica literaria que, cuando mucho, una obra establece una verdad literaria, un estatus de verosimilitud en la historia que crea.

Crónica de un amor terrible, no obstante, nace de un manuscrito de la novela en comento, el cual fue para Celis el detonante para descubrir o reafirmar la hipótesis que ya rondaba en ella: la injusticia que se ciñó y de la que se rodeó en vida a Margarita Chica, o en la novela, Ángela Vicario. Este supuesto lo basa en que, en ese manuscrito de la novela, depositado en el Harry Ransom Center de Austin, se encuentra un epílogo, en la versión antes de salir publicada, en el que se presume que Gabo, al parecer, ya sabía que en la vida real la pareja separada de la historia real; Margarita Chica y Miguel Reyes Palencia, se habían reconciliado y vuelto a ser esposos. Es decir, que supuestamente García Márquez escribió esa novela sabiendo el perjuicio moral y el escarnio público al que se sometería a la mujer que, en la vida real, inspiró al personaje de Ángela Vicario, una prueba, según la autora, de la visión patriarcal y machista que gravita en varias obras de García Márquez y una acusación que se presume encarnada en la propia manera de ser y en la imagen real de nuestro nobel de literatura.

Y en verdad que a la autora del libro Crónica de un amor terrible no le falta acierto cuando sostiene, en este estudio, que hay en muchas obras de Gabo imágenes y representaciones de prácticas machistas y de cómo un sistema patriarcal que viene de siglos, sigue sometiendo y violentando a las mujeres en nuestra sociedad. Pero es también igualmente cierto que de esas imágenes y representaciones machistas y patriarcales, no se puede concluir que obras como Crónica de una muerte anunciada, o El amor en los tiempos del cólera, sean como una suerte de canales en los que su autor expandió y reforzó una visión patriarcal y machista de la sociedad y, por tanto, del poder de los hombres sobres sobre las mujeres. Son dos cosas, en nuestra opinión, que si bien tienen relaciones evidentes (porque la ficción y la creación literaria no nacen de la nada) tampoco esa relación se puede establecer como una relación de equivalencias en la que lo que se relata en una novela es también lo que piensa el autor. Más coherente con la visión real de García Márquez resulta la cita que hace de éste, cuando recuerda de sus memorias, Vivir para contarla, que para él quedaron las cosas en orden cuando comprendió que, en Crónica de una muerte anunciada, más que la historia de la tragedia de un amigo cercano, lo que había era la historia de un amor terrible (p.21).

Más convincente resulta la explicación de Nadia Celis cuando de su propia experiencia personal y la de sus amigas, presenta un cuadro sugerente que estructura las claves de esos amores terribles que estudia en la novela, pero también de cómo seguimos asumiendo las relaciones amorosas en nuestro tiempo con el sino trágico de Crónica de una muerte anunciada. Nos referimos a lo que bien llama la autora la educación sentimental (2023, pp. 205-240), es decir, esas prácticas y hábitos de hondo sentido machista y desigual en las que se educó a nuestros mayores, pero también diríamos que a muchos de las generaciones posteriores y presente. Celis habla del vallenato y nos recuerda que no es casual que a Gabo le gustara esa música del Caribe, algo que suscribirían dichosas muchas mujeres feministas andinas que les fascina sacar a escarnio el machismo del Caribe y ponen sordina al de los hombres andinos y de su propia música, también machista, o más, pero se lo callan. El caso es que el vallenato no es solamente la única música de nuestra educación sentimental, también lo fue la ranchera mexicana, el bolero y otros ritmos musicales que construyeron y construyen aún una imagen justificada, esa sí, del machismo de nuestras sociedades.

Tiene razón además en los estragos de las telenovelas en la educación sentimental de varias generaciones, pero antes, o paralelamente, también lo hicieron a través de historietas y fotonovelas que pulularon en nuestro continente y, por supuesto en esas prácticas aún seguidas por visiones profundamente clericales, que conciben la virginidad, el matrimonio y la maternidad como las condiciones por excelencia de la mujer. Una visión que tiene su extremo en los hombres que suponen o actúan como si el cuerpo y la mente de la mujer fueran de su propiedad. En esas músicas y expresiones de la cultura se educaron nuestros mayores, es cierto, pero si vamos a examinarlas con rigor, el reguetón de hoy, tan del gusto de la generación actual, no es menos edificante en las prácticas de machismo. De hecho, en este resultan más evidentes y explícitas la degradación de las mujeres.

Hay otras tendencias que muestran un camino de educación sentimental que pareciera más respetuoso y empático. Empero, una visión en la que discrepamos también es en la de las manifestaciones del amor romántico que se ponen como base de la exposición a la violencia y amores terribles que sufren las mujeres, pues estas no son sólo de nuestra cultura hispana que critica Celis, también lo son de la angloparlante en la que ahora ella parece más cómoda y protegida. Sostenemos por eso que hay también que desmitificar ese relato que ve solo pintoresquismo y ordinariez en lo hispano y civilización en lo angloamericano e inglés. No se trata de cambiar las maneras hispanas del amor romántico por las del puritanismo y las maneras angloparlantes, las cuales también están preñadas además de prácticas en las que el cuerpo de las mujeres no es ya un espacio de respeto, sino una suerte de muralla en la que quien lo concibe de manera diferente puede quedar como abusador y acosador, pero cuando no se aceptan las invitaciones a tomarlo, muchos pueden quedar también en la misma condición de acosadores, sobre todo si son afros y negros, o latinos.

Hay pues mucho que indagar en los sentidos que nos proponen las obras literarias. En el caso que nos ocupa sobre las prácticas machistas y patriarcales que se aprecian en obras literarias de referencia del mundo colombiano, latinoamericano y caribeño. La crítica literaria feminista, en este sentido, está llamada a cumplir un rol de primer orden y por eso el libro de Celis es significativo para seguir abriendo un camino de descubrimiento de las redes y tejidos del machismo que someten a las mujeres a ser violentadas en nuestra sociedad. Es deseable, no obstante, que esta se realice comprendiendo que el mundo literario de las novelas y las obras de creación artística no pueden atribuirse como gemelas del pensamiento y las prácticas de sus autores. Ya sabemos que algunos representantes destacados del arte han sido estatuas caídas en vida. Pero no por sus creaciones, sino por acosar o abusar a mujeres que se les resistieron. Y eso, creemos, ya es otra cosa. Por lo pronto Nadia Celis nos ha regalado un estudio riguroso, valiente y honesto de cómo ir derrumbando, poco a poco, las fortalezas del machismo y el patriarcado en nuestras sociedades.

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