La situación de Bogotá en términos de seguridad ciudadana llegó a unos límites inconcebibles. No hay lugar, ni hora segura, porque ya los atracos a conductores de automóviles son a plena luz del día y en zonas tan concurridas como la Avenida Circunvalar. Leer la prensa o escuchar noticias y peor aun verlas por televisión, se ha convertido en una verdadera tortura que acaba por traducirse en físico pánico. Es decir, la sociedad que habita en la capital del país, ahora más que nunca, teme cada día no poder regresar sana y salva a su hogar, al finalizar su jornada laboral.
Cuando esta mínima garantía de seguridad no existe para una población, es evidente que la administración de la ciudad ha fracasado. Sin embargo, no se ve que las autoridades locales sean conscientes de esta realidad y, por consiguiente, no se identifican medidas de emergencia que puedan generar esperanza sobre un cambio de esta situación. Obviamente esta realidad no es exclusiva de Bogotá, sino que también se presenta en otras capitales y aun en ciudades pequeñas del país, pero lo de Bogotá es realmente alarmante.
Las soluciones de fondo son, como siempre, de largo plazo que siempre se interpreta como si no se tuviera que empezar de inmediato. Con la forma en que funciona la justicia en Colombia, con la sobrepoblación carcelaria que vive en condiciones infrahumanas, y la falta de un futuro esperanzador para la juventud, el pesimismo sobre soluciones reales es cada vez mayor. Pero también debe haber medidas de corto plazo, que se anuncian pero no se ven, como más cámaras, más agentes de policía, más vigilancia en zonas reconocidas como críticas y sobre todo, menos indiferencia de una sociedad que no se inmuta cuando ve situaciones anómalas que terminan en atracos, asesinatos o rodos de bolsos y celulares.
Los semáforos de zonas con mucho tráfico aun en horas de la noche, se han vuelto lugares para el miedoso método 'rompevidrios' que tiene a las mujeres que conducen sus autos como sus víctimas preferidas. ¿Ante la imposibilidad de cubrir todos los lugares, no sería imprescindible unas sanciones ejemplares en uno de estos lugares reconocidos por este tipo de atracos?
Ojalá no sea cierto el rumor de que muchos de estos graves problemas de inseguridad obedecen a un conflicto del alcalde Petro con la Policía de Bogotá. Era lo único que nos faltaba y si algo de esto es cierto, debe recordársele tanto al burgomaestre como a la policía que su obligación es garantizar la vida y seguridad de los ciudadanos, independientemente de las diferencias que surjan entre los diferentes sectores que tienen que proteger a la población. No hay disculpa posible y si hay algo de verdad, es el momento de que las autoridades nacionales tomen cartas en este delicado asunto.
Suficiente malestar existe con el tráfico en Bogotá, cada día peor, con los huecos en calles de mayor afluencia de vehículos, con el pánico de que en el carro lo atraquen, de que en Transmilenio le hagan paseo millonario, como para que salir inclusive en horas laborales se convierta en una altísima exposición al riesgo. Lo que se está viviendo en Bogotá es una gravísima crisis que parece no desvelar a las autoridades.
Es fundamental que los habitantes de Bogotá aunemos voces para que reaccionen quienes tienen la responsabilidad de velar por la vida y bienes de la población de esta ciudad. No hay excusa válida. Ocho millones de personas no pueden seguir viviendo en esta zozobra.
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