Noralba, una negra en el Caquetá... ¿y qué?

Noralba, una negra en el Caquetá... ¿y qué?

Sus padres, que llegaron hace 62 años al departamento, le enseñaron sobre medicina ancestral y estética afro, costumbres que trajeron del Cauca después de abandonar su tierra por la violencia

Por: Yohaisa Perea
marzo 03, 2019
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Noralba, una negra en el Caquetá... ¿y qué?

La última vez que Noralba Vergara se alisó el cabello tenía 16 años. La rutina la había agotado y no quería volver a sentir esa incesante picazón que le daba cuando se aplicaba la crema en la cabeza, que tenía que dejarse varios minutos hasta que el químico hiciera su efecto. Aunque el alisado le duraba hasta dos meses, Noralba le había puesto punto final a una costumbre que no le pertenecía.

En 1957, sus papás llegaron a la vereda Siberia pertenece al corregimiento de Río Negro, uno de los más grandes del municipio de Puerto Rico, zona norte del departamento de Caquetá huyendo de la violencia que azotaba el departamento del Cauca en esos años.  Para llegar a este lugar es necesario hacer un recorrido de aproximadamente 8 horas desde Florencia, la capital del Caquetá, usando el transporte terrestre, fluvial y montando un buen trecho a caballo, pasando por duros caminos de herradura que hacen sufrir incluso a la mejor bestia, pero eso sí, en contraste, disfrutando de los hermosos paisajes de la montaña.

Alicia, la mamá de Noralba, se dio cuenta del cambio de su hija, y supo que estaba buscando respuestas sobre su pasado. Los peinados de los afro vienen cargados de significados, y Alicia quería mostrarle un camino a Noralba, que recibió las palabras de su madre con la paciencia que siempre la ha caracterizado. Con el cabello suelto, la sentó frente a la casa de madera que habían levantado con sus propias manos y comenzó a trenzarla. Mientras le iba trenzando el cabello, Alicia le fue contando la historia de sus antepasados, que encontraron en los peinados una forma de resistencia durante la esclavitud, que fue abolida en 1857.

Noralba aprendió nuevos peniados viendo a su mamá, que también le trenzaba el cabello a las otras mujeres que habían llegado a la vereda años antes. Alicia es una experta de esta práctica y habla con propiedad de cómo se ponen las trenzas, bien sea en torcidos o en tropas o la enriñonada y sabe hacer el descubrimiento o cubrimiento.

Las tradiciones ancestrales, las rutinas, las costumbres, los hechos que cohesionan la realidad social de los habitantes de esta zona se han soportado de alguna manera en la presencia de matronas como Alicia, que también le enseñó dedicadamente a Noralba los secretos de la medicina tradicional. Caminando en medio de las montañas, Noralba aprendió de su madre que el matarratón, una pequeña planta de hojas verdes oscuras es la mejor receta para cuarar cualquier fiebre. Pero no es la única, la malva, la hierbabuena, el sauco, la palma de cristo, la yuca rayada para las quemaduras y la clara de huevo se convirtieron en los mejores remedios no solo para ella sino para toda la comunidad, que encontró en personas como Noralba y Alicia las mejores aliadas para su cuidado.

Seducida por los conocimientos tradicionales, Noralba se convirtió en la mano derecha de su mamá. De ella aprendió que el pasmo se relaciona generalmente con problemas de frigidez o infertilidad, aunque en algunos contextos tiene la connotación de un enfriamiento que entra al cuerpo de múltiples formas y se debe contrarrestar con calor directo o con el consumo de sustancias que lo produzcan. Los baños de asiento, las botellas curadas, los bebedizos, pringües, sobijos y tocadas, hacen parte  del lenguaje cotidiano de mujeres como Alicia o Noralba, que saben perfectamente cómo potenciar las cualidades de las plantas medicinales contra algunos males.

El reconocimiento de la comunidad afro en el departamento ha sido una lucha constante por no perder la identidad. Noralba tuvo que enfrentarse al dedo inquisitor de quienes no comprendían que en el Caquetá también hay personas negras que llegaron al departamento buscando tierra para trabajar. Sin embargo, la exclusión nunca fue una barrera para que Noralba, que hoy tiene tres hijas a las que les ha enseñado los mismos conocimientos que les transmitió su mamá años atrás. En la juventud, Noralba hace resistencia ante la amenaza a sus tradiciones.

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