Hola Laura,
Te escribe un antiguo compañero de la escuela de teatro. Dudo que te acuerdes de mí. Creo que ni alcanzamos a cruzar palabra mientras estuvimos ahí. Yo debo ser una de esas caras que se te hacen conocidas porque las veías de fondo todos los días, y nada más. Eso mismo eras tú para mi hasta que a principios de este año te atropelló la fama.
Antes que nada, te felicito. Me hiciste vibrar frente a ese televisor lanzando madrazos cada vez que gritaban “CALAMBEAAA”. Sin embargo, llegaste hasta donde tenías que llegar. No me interesa decirte que eras mejor que Sudáfrica, ni que nos robaron porque ese no es el punto de estas letras. Prefiero hablarte de tu futuro, porque hay cosas de las que tal vez en este momento no eres consciente.
Con lo que hiciste anoche te aseguraste muchas cosas en la vida. De entrada, hiciste realidad el sueño de casi todos los que estábamos en la escuela; garantizaste tu éxito en la tv. Te lloverán ofertas para protagonizar y presentar lo que quieras. Harás campañas publicitarias con marcas de ropa, almacenes y productos de belleza. Lo que te pagarán por uno solo de tus trabajos es más del triple de lo que se puede ganar al año un recién egresado de las mejores universidades del país. Nunca te va a faltar la plata, ni sabrás lo que es tener que repartir hojas de vida por estar desempleada. Te mereces todo eso porque eres una dura. Pocas personas logran algo así a sus 22 años, edad en la que la mayoría está terminando un pregrado y recién sale a enfrentar el mundo.
Sin embargo, en nombre de todos los que estuvimos en esa escuela y que compartimos sueños contigo, hay algo que quiero pedirte: Por favor no dejes que tu posición en un concurso de belleza te defina. Ni el título de “virreina universal” – que por cierto, no existe- ni tu tiempo como reina, pueden ser más grandes que tú. Eso es solo un capítulo de tu historia, no el libro completo.
Debes saber que lo que pasó anoche te va a marcar de por vida. A donde sea que llegues, y sin importar cuánto tiempo haya pasado, serás la “virreina universal”. Es como si tuvieras un rótulo en la frente que no se te va a quitar con nada. Además, la forma en como crearás relaciones nuevas con personas a tu alrededor va a cambiar. Muchos de ellos ya tendrán una opinión sobre ti desde antes de hablarte. O al menos, eso pasará aquí en Colombia.
Aclaro que no estoy diciendo que eso sea malo. Pero es triste ver como antecesoras tuyas dejan que un pequeño momento de sus vidas las defina para siempre y se convierta en el mayor logro que jamás alcanzan. Te invito a que vayas más allá de tu reinado porque siento que tienes con qué hacerlo.
Eres actriz. Recuerdo que te vi en un par de muestras de las que hacían en la escuela. A diferencia de muchas de tus antecesoras, tú ya te sudaste tres años haciendo teatro para poder ser llamada “actriz”. Sin embargo, no te quedes en la zona de confort. No te quedes como protagonista de bionovelas vallenatas porque para eso es lo que más te van a buscar. No está mal que las hagas, pero que no se te vuelva un recurso desgastado ni un lugar común.
Como actriz, experimenta, arriésgate, evoluciona y sigue formándote. Nunca dejes de estudiar. Vas a ver que con solo parte de lo que te pagarán por una campaña puedes hacer los cursos que quieras. Cada vez que tengas un espacio libre entre proyecto y proyecto, vete a tomar un taller con Juan Carlos Corazza en Madrid o al New York Film Academy.
Por último, dejo claro que esto no es un intento por decirte lo que debes hacer con tu vida. Tú eres dueña de ella y solo tú decides. Puedes hacer lo que quieras. Esta carta es solamente una invitación a que brilles como anoche en cada cosa que hagas, sea lo que sea. A fin de cuentas, a eso fue a lo que viniste a este mundo.
Que nunca se apague tu brillo.
Saludos,