Se dice que el péndulo de la balanza política, en Latinoamérica, se dirige hacia la izquierda. Lo interesante es que, además, no solo va hacia la izquierda, sino que se está legitimando la validez de que existan diversas ideologías de izquierda, rompiéndose así el dogmatismo que primó hasta el siglo XX, cuando las ideas revolucionarias debían encajar, para su legitimación política y académica, en el rígido marco teórico del marxismo.
Aquel que era revolucionario, ideológica y militantemente, planteando principios, propuestas y programas diferentes a los reconocidos como infalibles en los fundamentos del marxismo, indefectiblemente era calificado de fascista, posición dogmática que todavía persiste en imponerse en algunas mentes que no han podido entrar epistemológicamente al siglo XXI, con los nuevos paradigmas que le dan cabida y validez a la pluralidad de pensamiento.
Lo que está sucediendo en las elecciones del Ecuador es una clara ilustración de lo que le está ocurriendo a la izquierda en América Latina. Un candidato de izquierda, Andrés Araúz Galarza, alineado en las filas que comanda el expresidente Rafael Correa, gana las elecciones del domingo 7 de abril con un margen importante de votación por encima de quienes le siguen, Yaku Pérez, candidato de Pachakutik, movimiento indígena de izquierda y el banquero de derecha, Guillermo Lasso, candidato del movimiento CREO. Quedan rezagados los que mayoritariamente se declaran de centro, de centro-izquierda o de centro-derecha. Los ecuatorianos se la juegan por las posiciones definidas y no por el “centro”, que ni son chicha ni limonada y de quienes se puede esperar cualquier cosa: un timonazo sorpresivo a la derecha o a la izquierda. Porque así sucede con los indefinidos.
Si Yaku Pérez, en los resultados definitivos supera a Lasso, se enfrentarán dos movimientos de izquierda. Y, aun cuando algunos traten de demonizar al adversario, deben reconocer que ambos tienen pleno derecho a ser calificados y reconocidos como izquierdistas. Porque izquierda no es solo la de los marxistas. Hay diversas izquierdas y todas ostentan el título con pleno derecho. Son los tiempos del plurisocialismo, del plurizquierdismo. Ya nadie podrá abrogarse el derecho de ser poseedor de lo que llamaban “la línea correcta”. ¡No! Latinoamérica está protagonizando profundos cambios culturales en lo político y lo religioso.
Mientras un papa argentino, como Francisco, le abre las puertas a la pluralidad y niega la infalibilidad del papa diciendo “¿quién soy yo para juzgarlos?”, refiriéndose a los homosexuales, simultáneamente, en el campo político, se está legitimando a quienes se declaran de izquierda sin que por ello se rijan estrictamente por los principios marxistas.
Esperemos que Colombia camine por este sendero y no vuelva yo a escuchar a algunos fanáticos marxistas que el gaitanismo era una organización fascista, calumniando deliberadamente a este movimiento popular que en su plataforma ideológica rechazaba directamente al fascismo diciendo en su artículo XI que “… luchará contra las fuerzas de regresión que traten de imponer una política fascista o falangista en nuestro país”, plataforma que luego fue acatada integralmente por la totalidad del Partido Liberal cuando Gaitán fue proclamado jefe único de la colectividad, convirtiéndose esta plataforma, en aquellos tiempos, en la orientación ideológica del liberalismo.
Se es genuinamente izquierdista sin necesidad de estar encajonado en el corsé ideológico del marxismo, que fue concebido, ideado y estructura en el siglo XIX, cuando aún no se conocía la relatividad general y la incompatible mecánica cuántica, que no solo han influido en la física sino en nuestra percepción general de realidad y de la ciencia como legitimadora absoluta de la verdad.