Soy uno de los que duda que en el caso concreto del Coronavirus, este haya surgido por una trasmisión “espontánea” de los animales a los hombres, sí paso a creer que pudo haber sido producto de la guerra económica librada entre Estados Unidos, China, y a la que sumó Rusia y Arabia Saudita, pues se desata en medio de esta confrontación por tener más poder en la geopolítica; más poder político, económico, más poder de negociación, más dinero. Porque hemos llegado a un punto de la historia en que todo, todo nuestro estilo de vida gira entorno al dinero. Hemos puesto el valor del dinero por encima del valor de las personas y por eso se arriesga hasta la vida de las personas; la vida del mismo planeta, con tal de tener el poder del dinero.
Frente a una guerra comercial de esta naturaleza sí es necesario tener gobiernos fuertes para enfrentar estas situaciones tan complicadas, gobiernos que en verdad tomen las medidas más urgentes y drásticas para proteger a las personas por encima de los intereses de los grandes grupos económicos. Y hay que reconocer que para el caso colombiano no tenemos un gobierno fuerte para todos. Lo que tenemos un gobierno clasista, grupista, que agencia y defiende muy bien los intereses de la plutocracia de este país; que se abrió de piernas al Coronavirus cuando pudo haber evitado su importación, ahora le sirve de telón para tapar la tal “Ñenepolítica”; que permitió que los operadores de los principales aeropuertos colombianos, protegiendo sus intereses, manejaran de manera “privada” esta crisis, cuando ya era una crisis sanitaria pública y mundial. Los mayores focos de este virus ya estaban identificados, como en Italia y España, y el gobierno puedo haber decidido que las personas provenientes de Europa hicieran la cuarentena allá para descartar su contagio y ahí sí regresar al país de manera controlada. Pero no. El virus ingresó hasta en crucero, pues uno de ellos que había sido rechazado en otros países llegó a Cartagena, como si nada. Ahora que ya es tarde, se tomaron las medidas que se debieron tomar al comienzo.
Y entonces tenemos un presidente que se lava las manos, ineficiente para proteger la vida de la gente, está demostrado con el asesinato sistemático de líderes sociales, y lo que hace es desatar campañas masivas, explotadas muy bien por los grandes medios de comunicación controlados por el establecimiento, que nos hace creer que la culpa es por no lavarnos las manos, por tocarnos la cara, por congregarnos, por saludar de mano, de besos…No. Estas son medidas para evitar la propagación y está bien que las tomemos. Las causas del Coronavirus son otras. Pero ya nos hacen creer que el Coronavirus llegó a Colombia hasta por no creer en Dios.
Creo que Dios es una fuerza espiritual que nos puede reconfortar de varias maneras, pero también creo que le queremos cargar hasta la maldad que nosotros mismos producimos, la ineficiencia nuestra, la negligencia nuestra, y todo esto lo descarga el presidente Duque en Dios y en sus divinidades de manera descarada, pues dijo estas blasfemias: “Creo en Dios, soy temeroso de Dios”. Si creyera en Dios, no se dedicaría a la política, y menos a la colombiana, pues la política es la antítesis de Dios; de hecho, si fuera temeroso de Dios no pertenecería a ningún partido político, menos al Centro Democrático, lo peorcito que ha producido este país en materia de agrupación política y en sí mismo un movimiento blasfemo. “Que somos un país de libertad religiosa”. Mentira, acá estamos atados de varias formas a la religión católica. Y remata contando que le pidió a la Virgen de Chiquinquirá que nos consagre, que lo consagre a él para que lo guíe en los destinos de la Nación y que le creamos en que ella nunca nos ha abandonado. Sí, creámosle al presidente, este país ha sido largamente abandonado por la “clase dirigente” a la cual Iván Duque pertenece, un país lanzado a los brazos de la corrupción y abandonado a su propia suerte. Y el único consuelo que nos dan es que tenemos al Sagrado Corazón de Jesús, al Divino Niño, a San Pedro Claver, a San Laura Montoya, a la Virgen de Chiquinquirá para que nos salve. Sí, tenemos hasta la Virgen de Chiquinquirá, lo que no tenemos es presidente. Si se tiene mucha fe en lo primero, los santos y las santas, tal vez haya gente que crea nos salvamos del Coronavirus y, de paso, ojalá de los malos gobiernos como el de Iván Duque.
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