Con el cambio de los alcaldes en las principales ciudades, en donde algunos pertenecen a la llamada izquierda, como es el caso de Bogotá y Cali, se llegó a pensar que las movilizaciones principalmente de los estudiantes se tornarían pacificas, pero este 21 de enero pasó lo contrario. Nuevamente el vandalismo en diferentes partes de Bogotá, especialmente, hizo de las suyas, quedando hecho añicos el Protocolo de la alcaldesa Claudia López para qué no interviniera el ESMAD. Y ya es hora de superar los eufemismos y llamar las cosas por su nombre frente a los encapuchados que son los que protagonizan estos actos bárbaros, para atemorizar a la ciudadanía, perjudicando su cotidianidad, porque sin lugar a dudas los encapuchados responden a una ideología de terror y muerte como es la marxista.
En la Tercera Conferencia Ministerial Hemisférica de Lucha Contra el Terrorismo, realizada en Bogotá el pasado 20 de enero que reunió a representantes de más de 20 países, se condenó al terrorismo en todas sus formas y manifestaciones, cualesquiera que sean sus motivaciones, y se ratificó como organización terrorista al ELN, que históricamente ha infiltrado a la educación en colegios y universidades, alienando a la juventud para buscar militantes, claro que dentro de los grupos terroristas internacionales hay que incluir a las disidencia de las FARC; entonces los encapuchados que le hacen daño a la población no responden a movimientos espontáneos, sino a la orientación política violenta del ELN, las FARC y otros grupos, por lo que el término no es desadaptados como lo mencionan los grandes medios de comunicación, pues los encapuchados son adoctrinados por organizaciones terroristas.
En la democracia la protesta social es un fundamento de las libertades individuales, pero en la actual coyuntura en donde el gobierno nacional enfrenta grandes retos ante la ola de movilizaciones por varios motivos, las organizaciones populares de orientación civilizada y republicana no se deben someter a la agenda mamerta, que de manera oportunista pretende pescar en rio revuelto para cumplir con su estrategia de caos, ya que a las corrientes marxistas leninistas no les importa el bienestar de la población, sino utilizarla para sus intenciones malsanas.
Frente a la lucha social el sector de los mamertos con todos sus aparatos y siglas, busca que las actuales protestas se conviertan en una especie de huelga política general al estilo leninista, a la espera de una insurrección o buscando réditos electorales para el 2022; sin embargo hay estructuras democráticas populares con bastante madurez que no se deben dejar llevar por la manipulación de los extremistas.
La lucha de las organizaciones populares y sindicales en la presente situación nacional, no puede ir a la zaga de las intenciones politiqueras de la llamada izquierda, porque la gruperia marxista no representa los intereses de la población, aunque ladinamente hacen presencia en la dirección de estamentos sociales. Entonces no hay que entregar la justeza de la protesta en manos inescrupulosas del comunismo totalitario, que busca mediante la confusión llevar al país hacia el abismo.
Es indudable que existe una conjura por parte de los enemigos de la democracia, que todavía no quieren reconocer la derrota del mes de junio de 2018, pues estaban confiados de que Colombia caería en las garras del castrochavismo o socialismo del siglo XXl con Gustavo Petro, y por eso están en una actitud revanchista en contra del gobierno del presidente Iván Duque.
La defensa de las instituciones es fundamental para el bienestar de todos los colombianos. Hay que denunciar las acechanzas del comunismo totalitario que, con métodos terroristas, busca crear el desconcierto con los encapuchados en las movilizaciones, los cuales están adoctrinados por grupos guerrilleros llámense ELN, FARC y otros, porque indiscutiblemente el marxismo es intrínsecamente terrorista.
Así que lo de los encapuchados responde a un proyecto político totalitario del comunismo en donde, con sus acciones, pretende que haya una tragedia con muertos para señalar al gobierno de genocida, algo parecido a lo que sucedió en Bolivia con el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada en 2003 que lo obligó a renunciar y catapultó al cocalero Evo Morales para que ganara la presidencia más adelante.
Los encapuchados saben los que hacen y, están amaestrados por la ideología mas criminal que conoce la historia en todos los tiempos como es el marxismo, cuyo referente más cercano lo tenemos con el sicópata del “Che” Guevara, quien decía: “Al enemigo hay que impedirle que tenga un minuto de tranquilidad, un minuto de sosiego, atacarlo donde quiera que se encuentre, hacerlo sentir como una hiena acosada” y también eructaba: “El odio como factor de lucha, el odio intrínsecamente al enemigo", y ¿Quién es el enemigo? Pues el que no es del proyecto liberticida comunista; con eso queda patentado que el adoctrinamiento totalitario en los centros de educación pública viene desde hace varias décadas y la Sociedad y el Estado no han tomado cartas en el asunto, para dar la lucha ideológica como corresponde.