En el encierro obligado en un hotel en pleno centro de Bogotá ha habido tiempo de pensar, de criticar y alabar a los políticos, y en esas y las otras, tiempo hasta para calcular que ya este gobierno de Iván Duque está que raya su 50% de período constitucional, y ya, ayudados o empujados por la prensa, se empiezan a mencionar unos posibles nombres como aspirantes a ocupar la Casa de Nariño en el próximo cuatrienio.
De esta pirámide social y política, hacemos parte unos "antojados", más dicharacheros que otra cosa, y hasta debatimos tratando de emular a Hora 20 o a La Hora de la Verdad (la de Fernando Londoño)... estamos en la parte de abajo sí, pero algo leemos, y muchas veces hasta nos atrevemos a proponer cositas a ver si se mejora un poco la convivencia en este país. Aquí va una: qué tal si Álvaro Uribe y Gustavo Petro se hacen a un lado, y dejan que afloren nuevos liderazgos, otras iniciativas que ayuden a descontaminar el ambiente pesado que por cuenta de ellos dos (sin proponérselo) mantiene a la gente insultándose en redes sociales. Ojo: lo anterior lo escribí en junio 30, pero hoy, dos semanas después leo en Semana que la exsenadora Piedad Córdoba pide lo mismo, así que retomo la columna con el ánimo de terminarla ahora que encontré respaldo en la chocoana.
Ambos, Uribe y Petro escribieron historia, y cada cual juzgará si buena o mala de acuerdo a la simpatía o antipatía que le despierten los personajes. Alguien me dijo: es que si paran, Petro quedaría acomplejado porque no fue presidente...pues sí, eso es cierto, pero ha de saber él, que muchos le reconoceremos por los siglos de los siglos, que jamás la izquierda de este país había alcanzado 8 millones de votos hasta 2018, y que a muchos se nos antoja que ni siquiera el fallecido y bien recordado hombre de esa orilla política Carlos Gaviria, lo hubiera logrado. Además nos resultaría muy costoso para su eventual gobernabilidad y la convivencia pacífica de nosotros, darle una "palomita" a Petro de cuatro años para saldarle un pasivo más emocional que de otra cosa.
Ambos, Uribe y Petro suman en su canasta de fieles seguidores a muchos, muchísimos que no les vamos a dar la espalda, pero que en gracia de ello, ya entendemos que le harían un gran favor a la Colombia amada, si dan un paso al costado; ellos saben que son el leño que más alimenta el fuego. Familias y amistades han sufrido fisuras gracias a ellos...y ellos lo saben.
Hizo bien Juan Manuel Santos, como ya se lo había enseñado Belisario Betancur, en dedicarse a otras cosas después de un ejercicio presidencial. Hay personas con inmensa vocación de servicio a la sociedad, y tal vez por eso mismo, no se percatan que servir no necesariamente pasa por estar en la pomada, servir se puede desde ser consejero, asesor, etcétera, sin necesidad de llevar la batuta en medios de comunicación.
Pasen, Uribe y Petro o Petro y Uribe a la historia, como los hombres líderes, inteligentes y hasta incomprendidos, que se sacrificaron en esta etapa de sus vidas, para que la Colombia de todos, pueda saborear un poco de paz y de entendimiento, lejos, muy lejos de lo que produce hoy su presencia en la arena política. Háganlo por piedad, y también por Piedad y por mí, y también por Piedad, por mí y por sus familias, y también por Piedad, por mí, por sus familias y por Colombia... dejen que la política se mueva sin ustedes. A lo mejor el experimento funciona y tanto a ustedes dos como al resto de ciudadanos les agrada el resultado.
Ñapa. Mi pueblito Entrerrios, de solo 10.000 habitantes, encumbrado en el norte de Antioquia, registró en menos de una semana 13 casos positivos de COVID-19. Algo no se hizo bien.