Detestable desde todo punto de vista los actos de violencia que tuvieron lugar en la capital. No debe haber motivo alguno para acabar con la vida de ninguna persona. Detestable igualmente cualquier tipo de discurso radical extremista, ya sea de derecha o izquierda. Frente a ese tipo de expresiones, un rechazo total.
Por lo anterior, y conscientes de nuestra historia reciente, manifiesto mi preocupación y hago un llamado a estar alerta y al tanto de las implicaciones de tan lamentable hecho. Llamado de alerta por los siguientes motivos:
Primero: Para nadie es un secreto el descontento de una parte considerable de la sociedad con la forma corrupta de acción del gobierno y todas sus dependencias. Personas sin los títulos y sin la experiencia adecuada que asumen cargos políticos sin ningún pudor en muestra clara de corrupción y clientelismo. Descontento que va de la mano con un rechazo al señor fiscal por las inconsistencias y dudosos comportamientos en el sonado caso de corrupción más grande, hasta el momento, en Colombia.
Segundo: El pasado diciembre la dirigencia de las Fuerzas Armadas tuvo el cambio solicitado por los sectores más radicales del partido de gobierno. Un cambio que fue catalogado por importantes medios del país como ‘una cúpula tropera’. Usando este calificativo para argumentar que son personas que han estado más con las tropas en terreno que en la oficina.
Tercero: El discurso guerrerista del presidente —donde cabe resaltar las siguientes frases "el ELN es y ha sido una máquina de secuestros y atentados", "Colombia está firme y unida para derrotar el terrorismo"— recoge el mismo espíritu belicista del tutor y no hace más que extender un manto de duda sobre lo que le espera a nuestro país. Con la excusa de "mano dura contra el terrorismo" estamos retrocediendo a los años de gobierno en que todo valía con tal de mostrar resultados militares.
Con los anteriores argumentos quiero sustentar mi llamado a estar alerta puesto que: es sospechoso que, en acciones con pocos precedentes en Colombia, la fiscalía actúe de una manera tan pronta frente a la colusión de un delito tan grave.
Es muy sospechoso que tan lamentable hecho tenga tanto cubrimiento mediático y repercusión punitiva, en comparación con otros hechos de mayor magnitud, como el exterminio sistemático de líderes sociales. Pasando por encima de las sugerencias y estudios de organizaciones internacionales que velan por los derechos humanos.
Es sospechoso que justo cuando la gobernabilidad del presidente es bastante baja debido a la desaprobación de sus gestiones según encuestas realizadas ocurre tan lamentable hecho. Hecho que, como ya se mencionó, tiene un cubrimiento mediático amplio, tanto nacional como internacional. Sospechas por las cuales, como ciudadano, exijo una investigación independiente.
Adicional, no podemos dejar en el olvido las tácticas viles aplicadas en gobiernos anteriores para mantenerse en el poder. El 07 de 09 del 2006 sale un artículo en la revista Semana que detalla cómo oficiales del Ejército se encargaron de montar actos terroristas para luego atribuirse a la ahora extinta guerrilla Farc. Actos con los cuales, luego de poco tiempo, inculpaban inocentes y se mostraban los resultados. Tácticas con las que generaban una necesidad de invertir en la guerra en lugar de atacar los problemas fundamentales que funcionan como caldo de cultivo para la delincuencia, a saber, la desigualdad, falta de oportunidades, falta de cobertura estatal, entre otras.
En conclusión: no solo estamos conduciendo en reversa frente a la solución de problemáticas tan arraigadas como el conflicto interno, sino que el timón lo tienen los más cuestionados conductores. Las soluciones que el país requiere van de la mano de mayor cobertura estatal, oportunidades en diferentes aspectos, entre ellos económicos y sociales. Garantías de equidad y trato justo entre otros.
