Dice el lingüista Noam Chomsky que “la libertad sin oportunidades es un regalo endemoniado”. Cabe entonces preguntarnos: ¿en qué consiste una oportunidad?
Estamos seguros de que lejos de lo material, una oportunidad se concreta en la capacidad de servir al semejante. El hombre adquiere la riqueza cuando se pone al servicio del otro y ello solo es posible a través de la educación.
Cuando el escritor español Federico García Lorca fue invitado a la inauguración de la biblioteca de su pueblo pronunció un discurso con pasajes que tal vez hoy se han olvidado. Él decía sin cavilar que ”no solo de pan vive el hombre”.
Aseguraba que si algún día se encontrara abandonado y desvalido en la calle pediría solamente medio pan y un libro. Con razón sostenía que era mejor atacar a aquellos que solo piden reivindicaciones económicas y se olvidan de las culturales.
A la larga, el hambre del cuerpo se sacia con un pan, pero la del alma solo con el saber. De hecho, para sustentar su argumento citaba a Dovstoyevky: cuando prisionero en una cárcel de la Siberia, a través de cartas pedía a sus familiares que le enviaran libros, pues más que por la muerte de su cuerpo temía por la indolente agonía de su alma.
Así mismo, adicionaba que la lectura era una escalera por la que podía asomarse a un mundo desconocido e incluso ser más libre que aquellos que estaban fuera. Qué bueno sería que en la política se hable más de educación y menos de odio, más de oportunidades y menos de dinero, pues siglos atrás ya Rousseau decía que “el pobre ama más el pan que a la libertad” y el desposeído más que una subvención merece una oportunidad.
