No sea usted mismo su peor culebrero
Opinión

No sea usted mismo su peor culebrero

Cuidado con la propaganda de drogas y tratamientos. En principio, para su protección, no confíe en ella

Por:
octubre 23, 2015
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Más técnicamente podríamos titular esta columna: Peligrosa Publicidad de fármacos y remedios. No solo: Publicidad de fármacos y remedios peligrosos. Pues publicitar fármacos es per se peligroso aunque las drogas sean útiles para alguna condición patológica. Porque se ven invitados a tomarla quienes las necesitan y también quienes no la necesitan pero ven la publicidad. Tomar una droga terapéutica es una decisión médica y deben asesorarla profesionales de la salud que tienen experiencia en su prescripción, conocen la literatura científica y al paciente. Desconfíe del "doctor televisión", del “doctor radio” y del “doctor publirreportaje”.

Un viejo e inteligente profesor nos enseñaba que hace cien años se prescribían muchos jarabes pero solo unas pocas drogas servían: opio, morfina, digitoxina, el ácido acetilsalicílico y algunas sustancias más. Hoy tenemos a nuestra disposición muchos fármacos útiles “pero casi todos son venenos aceptables” finalizaba él.  De eso no se salvan ni los remedios naturistas como nos recuerda una nota reciente en Las2orillas. El caso de Steve Jobs que se narra allí es un buen ejemplo pues según su biógrafo “usó acupuntura, dietas vegetarianas, hierbas medicinales y otros tratamientos que encontró en Internet, e incluso consultó a un vidente”. Podríamos decir que siguió la “publicidad” de ciertos remedios, quizás útiles en otros casos como la acupuntura, y le fue mal. Eso puede pasarle a cualquiera que cree todo lo que se publica sobre tratamientos en Internet o sale en la televisión. Se convierte así en el peor culebrero para sí mismo y muchas veces para sus amigos.

El mayor problema radica en la publicidad masiva de fármacos que en muchos países se pueden comprar sin prescripción médica. Por ejemplo, frecuentemente veo anuncios en la televisión por cable promoviendo el uso de un antiespasmódico (butilescopolamina cuyo nombre comercial más conocido es Buscapina) para cólicos y “dolor de panza” como detalla una publicidad argentina.   Supongamos que usted tiene un dolor abdominal que mejora un poco con esta droga pero se debe a una condición seria o tratable por otros medios: apendicitis, infección urinaria, cáncer de colon, etc. El mero alivio temporal de los síntomas puede atrasar el tratamiento y agravar la situación. Quien usa la butilescopolamina para todo dolor abdominal puede ocultar para sí mismo y el médico un problema más grave. Pero eso no parece preocupar a los laboratorios farmacéuticos que publicitan por televisión la droga para “dolor de panza”

En las escuelas de medicina enseñan que un dolor repentino o una fiebre no es en sí mismo enfermedad y uno debe dedicarse primero a descubrir su causa. A veces con alivio superficial del síntoma para observar con más precisión la evolución del problema.  Supongamos en caso contrario que le calman un dolor anginoso leve, una “agriera” por ejemplo, y nadie se da cuenta que se trata del inicio de un infarto de miocardio.  Por eso los médicos de urgencias lo primero que hacen en esos casos es tener una perspicaz conversación con el paciente sobre su dolor aunque esto desespere un poco al enfermo.

El dolor crónico es una situación diferente pues habitualmente conocemos su causa y la conducta apropiada es calmar el dolor antes que nada. Yo he tenido tres cirugías de mediastino (tórax anterior) y sostengo que nadie merece un dolor intenso permanente. Pero aún en pacientes con uso crónico de analgésicos opiodes (morfina y otros) la disminución del dolor puede ser insuficiente. Es un problema de difícil manejo. No podemos ir anunciando por ahí analgésicos a diestra y siniestra.

Además los efectos adversos de muchos medicamentos son serios. He observado en la televisión norteamericana cuando por obligación legal se enlistan (al final del anuncio) las contraindicaciones y posibles problemas de las drogas publicitadas se usa una voz neutra, apagada y rápida que no despierta la atención del televidente.  Perversos truquitos del fabricante y anunciante diría yo.

Historia típica de una empresa farmacéutica peligrosa es la que publica El País recientemente. Comenzó como productora para la televisión de infomerciales y luego giró a vender productos de belleza y medicamentos ella misma.  Actualmente gasta el 70 % de su presupuesto en publicidad y el 60 % de sus ingresos son por venta de remedios, a pesar que el año pasado fueron suspendidos 68 de sus anuncios televisivos en México donde fue fundada.  Hoy esta empresa tiene presencia en 14 países y en mayo pasado fue multada en Colombia por publicitar una crema para arrugas y líneas de expresión faciales sin respaldo científico de su acción embellecedora. A mí me llama la atención la transformación de una empresa publicitaria a “laboratorio” farmacéutico.  ¡Cuántos productores de fármacos estarán tentados a convertirse inversa y perversamente en agencias de publicidad!  Cuidado con la propaganda de drogas y tratamientos. En principio, para su protección, no confíe en ella.

 

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