El lenguaje y su uso siempre nos han llevado a discusiones, donde la sustancia se pierde en medio de la forma. No olvidemos nunca a William Shakespeare, que en Romeo y Julieta dice: "La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera (…)”.
Ahora nos quieren imponer una nueva lengua (neolengua), reduciendo la riqueza de los vocablos que suscitan emoción. Como lo imaginó George Orwell en su libro 1984 lo hacen para que el vocabulario se reduzca al mínimo, hasta tal punto que palabras como malo se convierte en nobueno (en el original inglés, ungood) y terrible, en doblemásnobueno (doubleplusungood en el original). Así un buen hablante de neolengua es aquel que necesita menos variedad de palabras para expresar una idea.
En esta neolengua promovida desde el poder nos piden olvidar el término masacre para que el horror que despierta este término y que asociamos a cosas odiosas se disipe y sea más fácil infundir el olvido…
Y ahí vamos a por qué el término masacre se emplea usualmente pero no exclusivamente para definir múltiples asesinatos en un mismo evento que por sus características son moralmente inaceptables. También el término se enfatiza a cuando quitas de en medio a personas para imponer una acción moralmente reprochable. Tal es el uso que se le dio en los eventos, relacionados con el espionaje a las oficinas democrátas (Watergate), en los que Richard Nixon trató de salirse con la suya, despidiendo a todos los fiscales que se oponían a sus órdenes y manipulaciones del caso. A este evento se le llamó en un artículo de David S. Broder, publicado por el Washington Post, “la masacre del sábado por la noche” (Saturday Night Massacre).
Finalizando, no se rindan, sí se dice masacre. Reducir el lenguaje es una estrategia que debemos contrarrestar, pues, así como con la neolengua, lo hacen para dominar el pensamiento de la población y hacer inviables otras formas de pensamiento contrarias a los principios (o a la falta de estos) del gobierno.
Lectura recomendada para estos tiempos 1984 de G. Orwell, en especial el apéndice al final sobre la neolengua; si quiere algo más académico sobre el tema está Lingua Tertii Imperii de Klemperer, lo encuentra en español bajo el nombre La lengua bajo el tercer Reich.