Hace apenas unos pocos días empecé a trabajar en la librería Nacional como librero, ya había trabajado en otras librerías de la ciudad de Medellín como Panamericana y librería ediciones hispánicas, y la Nacional ofrecía una experiencia de más de 80 años de experiencia en todo lo relacionado con el libro, y su respectiva venta a público de todas las edades.
Me había graduado de la universidad como profesional en filosofía y quería ser docente de bachillerato, y luego especializarme para ser investigador en alguna universidad. Pero en un país como Colombia no tener experiencia laboral y decidir estudiar Humanidades es un alto riesgo que hay que pagar. Pero los libros me esperaron con las páginas y puertas abiertas nuevamente.
Dándome la oportunidad de profundizar en este infinito mundo, caminando por las diferentes secciones de la Librería Nacional, sede centro comercial, el tesoro de Medellín, una sede inmensa de dos pisos.
Un espacio donde se respira mística y que esconde muchas historias en sus estanterías de madera. Voy Caminando por la librería recibiendo la instrucción e inducción de mis compañeros y colegas, libreros graduados en este oficio que llevan años e incluso décadas en este noble oficio. Veo la cara de los clientes que compran toda clase de libros nos piden asesoría y preguntan por un libro en especial, sea la novedad editorial del momento o algún texto clásico de filosofía, literatura o esoterismo.
Los clientes miran los libros, y sé que les gustaría quedarse más tiempo del que el sistema les permite. Y hay veces envidian a los libreros, porque creen que se la pasan leyendo todo el día. Pero la realidad es contraria al imaginario. Sigo revisando las secciones. Superación, espiritualidad, negocios, filosofía, medioambiente, derecho, política, historia, literatura universal, infantil, latinoamericana, y justo en literatura colombiana me detengo y veo un pequeño libro titulado Librovejero del escritor y librero Álvaro Castillo Granada publicado por Fondo de Cultura Económica en 2021.
Ahí está un libro de bolsillo en medio de los grandes como Gabriel García Márquez, Fernando Vallejo, Laura Restrepo, Fernando González y muchos otros. Ahí está Castillo Granada contando historias y anécdotas de su trayectoria como librovejero (apodo que el dio nuestro nobel García Márquez), sin pensarlo dos veces es el primer libro que me compro con mi primera quincena y lo disfruto de igual manera que leí Leer para vivir de Felipe Ossa considerado el decano de los libreros en Colombia y que ha sido inspiración para la nueva generación de jóvenes que nos dedicamos a este oficio.
Álvaro Castillo Granada demuestra en su lindo libro que uno puede escoger los libros como proyecto de vida y a su vez crear historias desde esta experiencia con escritores, colegas y clientes. Creo que voy bien y los libros me dan esa oportunidad que la docencia aún no.