No quiere partir la nueva hípica en Colombia

No quiere partir la nueva hípica en Colombia

Un deporte equino del que ahora no quedo mucho

Por: Juan Carlos Arenas Sarmiento
mayo 02, 2014
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No quiere partir la nueva hípica en Colombia
Horses leave the starting gate during the 138th running of the Kentucky Oaks horse race at Churchill Downs Friday, May 4, 2012, in Louisville, Ky. (AP Photo/Garry Jones)

La hípica en Colombia, tuvo su época de oro en la década de los años sesenta. Tal vez se le acercó un poco la del final de los setenta.

Es indudable que el hipódromo de techo, ofreció a profesionales y aficionados lo mejor: para los primeros, caballada pura sangre inglesa, 800 animales con belleza, talla y velocidad, en carreras del alto hándicap, las magníficas instalaciones de pesebreras con clínica y piscina para los bellos ejemplares, los que parecían más bien, hijos predilectos y consentidos por sus propietarios; para los segundos, tres enormes y cómodas tribunas , a las que los miércoles y domingos asistían desde el más humilde de los trabajadores, hasta lo más selecto de la sociedad bogotana, con todas las comodidades y un buen número de taquillas para que el aficionado realizara sus variadas apuestas, entre ellas el famoso 5 y 6 con marcador, un día antes.

Por su parte el hipódromo de Los Andes, en las afueras de Bogotá, mostró 1.300 corceles que corrían sobre la mano izquierda, los martes, jueves, sábados y domingos, una moderna instalación, tuvo una frágil protección contra los juegos clandestinos, los que junto a los altos impuestos, frustraron la que podría haber sido una consolidada empresa, que generaría empleo y beneficios a buena cantidad de colombianos.

Desde 1954 hasta 1987, se escuchaba con mucho entusiasmo la palabra “en tiiieerra derecha” interpretada por los mejores narradores.

En este 2014, nuestro país tiene dos hipódromos que distan enormemente de los anteriormente citados, en todos los aspectos.

Hipódromo de El Rosal. Estrenado en el 2013, en el municipio del cual lleva su nombre, en Cundinamarca, que cuenta con no más de 55 caballos, y que realiza reuniones cada quince días, a las que asisten 35 a 40 personas. Decorado bien ubicado, pero cuya cabeza económica, padece una delicada enfermedad que tiene que ser tratada en Estados Unidos, imposibilitando que haya dinero en procura de una estructura digna de llamarse hipódromo.

En el departamento del Cesar, está el Hipódromo San Francisco en Valledupar. Pre inaugurado en diciembre pasado. Este, posee una mejor infraestructura que la de El Rosal. Tiene 45 caballos aproximadamente. Programa reuniones cada 15 días, pero que por su ubicación, tiende a ser muy regional y no representaría la imagen nacional de este deporte en el futuro cercano.

Escenarios en los que además, no hay los suficientes jinetes, preparadores, empleados de corral, herreros y a quienes no se les brinda prestaciones y protección social; hípica que no tiene respaldo municipal, departamental y menos el nacional, y como si fuera poco, la afición macro pertenece a la tercera edad, puesto que las nuevas generaciones no han tenido la oportunidad, de aprender lo que es la crianza de nobles potrillos y de poder ver emocionantes y buenas carreras. Lo anterior demuestra, que la incipiente y débil hípica, aún no está, en tierra derecha.

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